Llegan momentos, en casi cualquier época de la vida, en los que debes, tienes o te ves obligado a parar y reflexionar, tomar decisiones, redireccionar las situaciones, valorar y sopesar los pros y los contras, para poder llegar a una conclusión sobre un tema concreto, sobre todo cuando dichas situaciones te empujan a tener reacciones viscerales, a no sopesar consecuencias, sino a reaccionar según el nivel de temperatura que alcanzan los sentimientos, que en muchos casos enturbian razones, obras y amores... Son en estos momentos en los que debe imponerse la razón, en los que se debe reaccionar de forma que, cualquier decisión tomada, sea, al menos, tomada con un mínimo de sensatez y cordura. Hay decisiones que necesitan tiempo y madurez, y negárselo es quitarse oportunidades a uno mismo y a los demás...
También hay momentos en los que notas que tus palabras vuelan por el aire, notas y sientes cómo salen de tu boca, y sabes perfectamente que llegan a los oidos de otras personas, intentado explicar situaciones, sensaciones y sentimientos, pero tambíén te das cuenta de que tus palabras, sean dichas de la forma que sean dichas, hayas dado con la explicación perfecta o con la peor de las argumentaciones, si quieren ser entendidas o no, dependerá, en un alto porcentaje de lo que aquellos que te escuchan quieran entender. Cuando tus palabras, no reflejan aquello que otros esperan oir, probablemente, no serán ni atendidas, ni escuchadas, ni entendidas igual de bien que cuando tus palabras dicen aquello que los demás esperaban escuchar. Cuando tus palabras vuelan por el aire planteando cosas que los demás no quieren plantearse, cuando hablan de cosas que nadie quiere hablar, cuando son inoportunas porque reflejan lo que otros no quieren aceptar, entonces, las posibilidades de ser escuchado y entendido se reducen al mínimo. Sientes que te escuchan, pero esperando el error de tus palabras o del concepto que en ellas se encierre o se pueda encerrar para tergiversar aquello que no dijiste, en favor de una idea que se aleja de tu planteamiento inicial, o ni si quiera entraba en los planteamientos en los cuales argumentabas tus opiniones. Ni qué decir tiene, que cuando entra en juego el favoritismo, el amiguismo o el rencor, cualquier esfuerzo es inútil, si quien escucha o quien habla, se encuentra en cualquiera de las opciones anteriores.
No necesito saber quiénes son mis amigos porque tengo claro quienes son, la vida y el tiempo, demuestran quienes están cerca de ti y valoran realmente tu amistad, y quienes, a base de pequeños o grandes "detalles", van enseñándote en qué posición estás realmente, lo que cuentas y lo que vales para ellos, y darse cuenta de ésto, es un triunfo personal de áquel que es capaz de vislumbrar los matices que separan una amistad de un simple compadreo o un trato cordial por algún tipo de relación social o laboral que nada tiene que ver con la amistad. Por lo tanto, en esta situación, los amiguismos y los favoritismos no son para nada necesarios a la hora de sentirse respaldado por aquellos que te aprecian, sino todo lo contrario, sabes perfectamente que, estés en lo cierto o estés equivocado, los amigos seguirán estando a tu lado, tengan la postura que tengan respecto a tu opinión, y viceversa...
Quizás, ahora estoy en una situación en la que necesito ese tiempo. Hay valores que están por encima de muchas cosas, hay sensaciones que están por encima de muchas cosas, hay motivaciones que cuando dejan de existir o se apagan, provocan que deje de existir razones para continuar con aquello que antes te llenaba por completo. Cuando los valores fallan, cuando las sensaciones desparecen y las motivaciones se desvanecen, sólo quedan dos caminos para recorrer; uno es tomar un nuevo camino, en una dirección totalmente opuesta a aquello que llegó a hastiarte y a apagar tus pasiones, para retomar nuevas ilusiones y motivaciones que consigan llenar nuevamente, lo que anteriormente llenaba una pasión marchita; el otro camino, es, aquel, que sigue en la misma dirección que aquello que un día se apagó, intentar encontrar entre las malas hierbas que crecieron a la vereda del camino, las flores que un día encendieron las pasiones y dieron lugar a aquellas motivaciones que hicieron recorrer ese camino lleno de esperanzas e ilusiones y rescatarlas del ahogo y de la opresión a la que les tenían somitidas las malas hierbas.
Ninguno de los dos caminos es fácil, encontrar nuevas motivaciones en un nuevo camino se hace complicado, y quizás, más complicado sea encontrar de nuevo las motivaciones que un día se apagaron. Quizás el tiempo lleve a tomar una decisión correcta y un camino correcto, o quizás, lleve a encontrar otro camino que acabe en un precipicio sin posibilidad de dar marcha atrás...
Había pocas cosas que me llenaran tanto como tocar la guitarra con el grupo de amigos y salir a hacer actuaciones con ellos, esos momentos en el coche, las sonrisas compartidas, los ratos de las actuaciones, las ilusiones conjuntas, la sensación de compañerismo y apoyo. Hoy, la guitarra me sigue llenando muchísimo, cada acorde, cada nota, que rasgueo en sus cuerdas me sigue provocando sensaciones que me llenan el alma, y no hay dinero que pueda pagar esa sensación, pero la sensación de compañerismo, despareció hace tiempo, la sensación de ser un grupo de amigos también, cierto es, que dentro del grupo se encuentran algunos de mis mejores amigos, pero ya no está tan claro que todos los que formamos el grupo seamos amigos realmente, ya no está tan claro que todas las sonrisas sean sinceras o sean forzadas por evitar más tensión de la que ya hay acumulada, ya no está tan claro que las ilusiones sean conjuntas o individuales, ya no está tan claro que todos queramos compartir momentos en el coche con todos, ya hay demasiadas cosas que no están claras, y personalmente no me ayudan a aclarar el panorama buenas palabras que vayan disfrazadas de posibles dobles intenciones, sin que, salvo honrosas excepciones, se hable claro de aquellas cosas que hacen que crezcan las malas hierbas en el camino, sean por los motivos que sean. Si hay algo que el dinero jamás comprará son los grandes momentos que pasas con los amigos de verdad, las sensaciones que la música te llega a transmitir cuando se comparte con personas a las que realmente tienes un aprecio y un cariño, cuando descubres que, después de mucho trabajar, esa música que suena y que ha llegado a transmitir algo a alguien está saliendo de ti...
Quizás hablé sobre algo que era incómodo, quizás dije cosas demasiado claras, otras ni si quiera eran necesarias aclararlas porque aquellos que escuchaban sabían por dónde iban los tiros, aunque fuera más cómoda la postura mediadora o conciliadora o la de aparentemente ignorar aquello de lo que se hablaba. Quizás es más fácil decir "no te entiendo" a intentar entender, quizás es más fácil olvidar lo destruido y volver a construir, que buscar cada una de las piedras que cayeron para volver a levantar la casa tal y como estaba. Pero cuando hacemos esto, olvidamos que entre las piedras que ayudamos a tirar, quizás se quedaron partes importantes de nosotros mismos...
Es triste tener que llegar a la conclusión, después de una discusión, de que el único concepto claro es que crean que pretendías llevar razón, o, en su defecto, que se hicieran las cosas como querías que se hicieran...
Hay muchos motivos para reflexionar, para tomarse un tiempo, calmar ánimos y templar corazones, llegando así a una conclusión, que al menos, será tomada en frío y sopesada...
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