viernes, 25 de abril de 2008

Tiempo


Paso a paso, poco a poco, despacio, lenta pero inexorablemente, el tiempo va ejerciendo su dominio sobre el resto de las variables que conducen los destinos...


Lentamente, el tiempo, va ejerciendo su opresora magnitud, alimentándose de sí mismo y de aquellos que lo desperdician, sobre todo lo que puedes ver y también sobre lo que no ves...


Poco a poco, el tiempo, puede hacer insensible al alma más romántica, duro al corazón más enamorado, indiferente a quien cree haber visto todo, saber todo y vivido todo lo que había que vivir.


Despacio, el tiempo junto con otras variables, como el viento y el agua, van desgastando la roca dura, haciendo que aquel macizo montañoso, quede doblegado a fino polvo y arena.


Inexorablemente, el tiempo se consume, al principio rápidamente, para al final, hacer que las agonías se vuelvan eternas y los instantes de felicidad se consuman en un momento efímero.


Paso a paso, parece que el tiempo nos gana la partida, no se puede luchar contra él, ni huir de él, esconderse es inútil, dar la cara también...


Pero el tiempo, lejos de ser una maldición, lejos de ser un mutilador de sueños, ilusiones y proyectos, esconde tras de si la virtud de la paciencia, la enseñanza de aprender a vivir, la alegría de poder seguir contando los segundos, minutos, horas y días que van pasando, esconde la madurez de quien vive en armonía con él, esconde la felicidad de aquellos que saben amar a lo largo de los años...


No hace falta correr contra el tiempo para vivir más intensamente, ya que el tiempo guarda las mejores esencias y las más intensas de la vida para aquellos que saben acompañar sus pasos del compás monótono y constante de las agujas del reloj, sin prisas pero con pasos firmes, sin miedo a no llegar o a llegar tarde. Porque aunque parezca mentira, a veces, el tiempo también espera a quien sabe esperar y aprender de él...

martes, 1 de abril de 2008

Cuestión de detalles


En general, a veces obviamos los pequeños detalles, aquellos que hacen más grandes a los grandes detalles, los que hacen que el día a día, se haga más llevadero. En general, obviamos los esfuerzos ajenos para hacernos un poco más felices, y nos quedamos con la sensación de que falta aquello que nosotros ansiamos, nuestros deseos velados, aquello que esperamos que suceda o que hagan por nosotros...


Ser egoísta siempre tiene sus consecuencias, pero en algunos casos, las consecuencias son aún más claras. No ser capaz de disfrutar de aquello que nos ofrecen esperando aquello que nos gustaría que nos ofrecieran es la forma más estúpida de ser infeliz. No ver lo que nos dan, no aceptar que, a veces, las personas no llegan a más en un determinado momento, sin pensar que a la más mínima oportunidad, nos darán aquello que esperamos, no ser capaces de vivir con pequeños detalles esperando siempre que llegue el gran detalle, no buscar la felicidad en el día a día sino en los recuerdos o en los deseos vehementes de una mente que no es capaz de desenredar la propia madeja que va creando sus propias frustaciones, impidiendo que sea uno capaz de ver aquellas manos que le son tendidas, aquellos pequeños detalles que nos van dejando a nuestro paso las personas, que de una manera u otra, se preocupan por nosotros, solo nos llevará a frustaciones y a una infelicidad que no son generadas por lo que nos rodea, sino por nosotros mismos...


A veces, no hay tiempo ni ocasión, para el gran detalle, pero siempre existen momentos para los pequeños detalles, y no aceptarlos, o no verlos, es un defecto que deberíamos subsanar. Entre un gran detalle y otro puede pasar mucho tiempo, entre pequeños detalles no. Vivir esperando a que llegue ese gran detalle de nuevo, es vivir en el pasado y en recuerdo, haciéndonos olvidar que son los pequeños detalles los que hacen grandes a los grandes detalles...


Quién sabe, quizás ese gran detalle, vive en el pequeño detalle que no sabemos ver, oculto a los ojos de quien no sabe mirar y al descubierto de quien mira con los ojos del agradecimiento, de quien no espera nada, y para quien no hay nada tan espectacular como un abrazo, un beso, una palabra al oido o una mirada de complicidad...


Hoy doy las gracias por tener mi vida llena de pequeños detalles, de besos, de abrazos, de miradas llenas de complicidad, de pequeños gestos que llenan mi día a día, y porque hay alguien que me ha enseñado a ver esos pequeños detalles. Hoy ya no vivo esperando los grandes detalles, sino buscando los momentos para devolver esos pequeños detalles que me hacen sentir grande...