miércoles, 29 de agosto de 2007

Tiempo, Vida y... ¿escaleras?


Es increíble a la velocidad que devoramos el tiempo, y por ende, la vida. Si, el tiempo, ese gran mentiroso, el que juega con los segundos, minutos y horas de nuestras vidas. El tiempo pasa, las personas pasan, la vida pasa...


Es curioso ver que, cuando las cosas no van bien, las horas pasan lentamente, se hacen hasta eternas, quieres que se acabe el día, pero el día se hace eterno. Sin embargo, cuando te embriaga la felicidad, las horas de repente se hacen segundos, pasa el tiempo rápidamente y apenas te da tiempo de disfrutar ese momento que te hace feliz.


Es curioso ver, como los niños se hacen adultos, ver como aquellas personitas a las que ayer levantabas con un ligero esfuerzo de tus brazos, para abrazarlas y llenarlas de besos, hoy se han convertido en gigantes a los que casi te cuesta dar dos besos por lo que te imponen y por lo que te recuerdan.


Vivimos subiendo y bajando escaleras, escaleras en cuyos escalones vivimos y guardamos momentos y recuerdos, unos los subimos deprisa, deseando llegar a aquel escalón en el que creemos que encontraremos aquello que andamos buscando, y subimos tan rápido que apenas observamos las sorpresas que nos esperan en los escalones que nos saltamos. Otras veces en cambio, permanecemos demasiado tiempo en un mismo escalón, sin ser capaces de avanzar al siguiente, quizás por comodidad, quizás por miedo, quizás por inseguridad o quizás por no perder aquello que hemos encontrado en ese escalón. Otras veces observamos desde nuestra escalera, cómo algunas personas bajan rápidamente los escalones que anteriormente se habían subido juntos, sin poder hacer absolutamente nada, y cuando llegan abajo, se afanan en subir por otra escalera para alcanzar a alguien que va subiendo. Todas las escaleras son independientes, pero todas se entrelazan, todos tenemos nuestras propias escaleras, pero se sustentan y se sujetan mediante anclajes invisibles a otras escaleras, de forma que puedan ser estables y firmes, para permitirte subir sin miedo, son independientes, pero si no hubiera otras escaleras en las que apoyarse, se volverían débiles y quebradizas. Lo más triste es, quizás, llegar al final de tu escalera y descubrir que no hay nada al final, sólo más escalones, sólo más etapas que cumplir, pero menos tiempo para hacerlo, porque el tiempo juega con nuestras vidas y es inútil luchar contra el tiempo. Así pues, sólo nos queda una opción, aprovecharlo, exprimirlo, saborearlo y disfrutarlo, no se puede engañar al tiempo, pero si que podemos jugar del mismo modo que él juega con nosotros, y si jugamos bien, quizás, el tiempo, nos recompense de alguna manera, aunque si no lo hace dará igual, porque al menos habremos aprovechado nuestro tiempo y por tanto nuestra vida.

domingo, 26 de agosto de 2007

Tres opciones y una duda


Una mirada, un gesto, una sonrisa...


Unas palabras, una imagen grabada...


Otra mirada, otro gesto y otra sonrisa...


Hacen dos miradas que se cruzan, que se quieren cruzar, pero que llegado el momento, sólo se mantienen unidas, mirando una fijamente a la otra, un breve instante. Dos miradas, que ya saben donde están, y que tímidamente buscan el momento de poder observar su procedencia sin ser observadas, pero deseando ser descubiertas. ¿Pueden dos miradas buscarse eternamente?


Hacen dos gestos, uno de absoluta admiración a la belleza, otro de complacencia o, tal vez, felicidad, ante lo que ve, dos gestos que pueden cambiar de dueño y ser siempre iguales, en un viaje bipolar donde no entran más variantes, donde sólo hay dos sentidos y una única dirección, y no se sabe muy bien hacia cuál viajan.


Hacen dos sonrisas, dos espléndidas sonrisas, que nacen de aquello que escuchan, de aquello que ven y de aquel cruce de miradas. A veces son tímidas, otras se muestran en todo su esplendor, y otras intentan insinuar lo que las palabras aún no se atreven a decir, pero siempre son sinceras, naciendo de algún rincón del alma y de la inconsciencia, para mostrar aquello que a veces cuesta tanto mostrar o incluso, aquello que uno mismo se empeña en ocultar a los demás.


Unas palabras que vuelan por el aire saliendo de unos labios que son observados fijamente, unas palabras que no se pierden en el viento, sino que son escuchadas atentamente por un oyente aparentemente distraido, distraido en una contemplación de la armoniosa belleza y disimulando una timidez que puede rayar lo absurdo a la vista de las personas que son ajenas a la situación. Unas palabras que viajan hacia un rincón de la memoria donde se guardan los recuerdos que no se quieren olvidar, vuelan, quizás en dos sentidos, o quizás sólo en uno, pero que son recogidas con tanto mimo que son mecidas, entre sonrisas, gestos y miradas, por suspiros invisibles e imperceptibles para aquellos que no los emiten, pero tan obvios para aquellos de quienes proceden.


Una imagen, grabada en el fondo de la retina, a fuerza de observar atentamente aquello que tanto llamó la atención, proveniente de aquellas miradas que se cruzaban y deseaban cruzarse, pero que a la vez se evitaban, y que observaban cada detalle de cada gesto, de esos gestos que viajaban en dos sentidos y que a su vez, contemplaban aquellas sonrisas sinceras que nacían de algún rincón del alma y de la inconsciencia. Precisamente de aquí nace esa imagen guardada, nace de esas miradas, de esas sonrisas y de esos gestos compartidos por dos, dejándose observar por aquellos que desearan mirar. Precisamente, por esta forma de nacer, la imagen se graba en el fondo de la retina, para poder así, cerrar los ojos, y ver de nuevo aquello que no querías dejar observar.


A veces, una mirada, un gesto y una sonrisa, son suficientes para dibujar otra sonrisa de felicidad en el rostro de una persona, a veces son tan grandes y es tanto lo que transmiten, que es el momento exacto en el que nacen sentimientos que podrían llevar dormidos tanto tiempo, que dan la impresión de haberse olvidado que existían, aunque no seamos ni conscientes de dicho nacimiento, ni tampoco de dicho letargo. Otras veces en cambio, una sonrisa, una mirada y un gesto, sólo quedan en eso, o al menos quedan sólo como el recuerdo de lo que pudo ser y no fue por parte de una de las personas que compartieron ese breve momento mágico en el que todo deja de existir para poder contemplar detenidamente la procedencia de esa sonrisa, esa mirada y ese gesto. Otras veces, simplemente aquellas miradas, aquellos gestos y aquella sonrisa se van tan rápido como vinieron, creando un fugaz recuerdo en nuestra memoria, que con el paso del tiempo quedará olvidado...


Tres opciones y una duda...


¿Cuál es tu opción?

lunes, 20 de agosto de 2007

Cuestión de honestidad


Marcio es un mensajero, es el único trabajo que ha encontrado legal desde que salió de su país para venir a otro totalmente diferente, otras costumbres, otro idioma, otra libertad...


Cuando llegó por primera vez y salió del avión, respiró hondo, quería respirar profundamente el aroma de la libertad y que llegara a lo más profundo de sus pulmones, en su país, al cual amaba y donde había dejado a varios familiares en una situación incierta, las palabras libertad, esperanza y oportunidad se borraron del diccionario en tiempos muy remotos, sin embargo el aroma del aeropuerto sólo le trajo olor a queroseno y un aire caliente y algo axfisiante de las turbinas del avión. No era un buen comienzo, pero era un comienzo, era algo más de lo que le esperaba desde donde vino.


Después de varios meses de papeleos y burocracias y de buscar insistentemente trabajo, había conseguido un permiso de residencia, no era excesivamente largo, pero tenía fe en encontrar algo en este nuevo país que le ayudara a quedarse y prosperar. Soñaba con una vida nueva, y el día que le contrataron como mensajero volvió a ver la luz de la esperanza.


La entrevista fue corta, ya se manejaba medianamente bien con el idioma, sólo preguntaron dos cosas, si sabía conducir una motocicleta y si tenía los papeles en regla, a ambas cosas contestó que sí. Le contaron los pormenores de su nuevo contrato, las condiciones del trabajo, pero tampoco entendió todo, daba igual tenía un trabajo y de forma legal, daba igual que si no entregaba un pedido en el tiempo estimado se lo descontaran del sueldo, daba igual que si no cumplía con un mínimo de entregas diarias sería despedido, daba igual que cobrara un sueldo bajo, daba igual que la empresa ni si quiera le ofreciera un casco. Tenía un trabajo.


El primer día fue duro, no conocía las calles, ni las direcciones, pero al menos sabía leer mapas, y su ingenio le llevó a hacerse con una guía de la zona para turistas escrita en alemán, al menos ese idioma si era capaz de leerlo, y no pudo evitar soltar una sonora carcajada cuando después de más de media hora buscando una dichosa calle, resultó estar dos manzanas más para allá de dónde estaba. Cuando tenía complicaciones o no encontraba la calle, no dudaba en preguntar a la gente, aunque pronto se dio cuenta de la desconfianza que despertaba en la mayoría de las personas, por el simple hecho de tener un acento diferente. Ya le habían llamado la atención el primer mes por no haber hecho a tiempo varias entregas y se las habían descontado del sueldo, le habían dado el primer aviso y le dijeron que si este mes no espabilaba debería ir buscando otro trabajo. Marcio no podía permitirse ni un despiste este mes...


Y en eso iba pensando cuando con sus paquetes cargados bajo el brazo se proponía arrancar la moto, cuando unos policías le solicitaron los papeles de la moto y los suyos propios, Marcio, tranquilamente entregó a aquel policía regordito y con cara de buena persona los papeles, seguro de tener todo en regla. Efectivamente tras revisarlos, el policía le devolvió los papeles y le deseó un buen día, Marcio, colocó sus paquetes en la moto y se disponía a salir disparado a cumplir con todas sus entregas, cuando de repente, otro policía, más joven que el anterior le dijo que esperara. Marcio, sorprendido, se quedó mirando a este joven policía con cara de no entender nada, hasta que el mismo le dijo:


- Por favor, antes de salir póngase el casco, está prohibido circular sin él.


Marcio no sabía qué hacer, había pensando comprarse uno cuando cobrara su primer sueldo, pero debido al dinero que le habían quitado de su nómina por los retrasos, apenas si tenía para subsistir ese mes...


- No tengo casco, señor...


- Apague el motor de su vehículo, no le podemos dejar circular sin casco.


- Pero si no hago las entregas que tengo que hacer dentro del horario que me han dado, me echarán de mi trabajo y es lo único que tengo aquí...


- Las leyes están para cumplirlas y ese es mi trabajo, no puedo permitirle que circule si no dispone de un casco.


Marcio sintió cómo un escalofrío recorría todo su cuerpo, apenas le quedaba un mes y medio del permiso de residencia, sin un contrato laboral, podrían echarle del país y se acabaría su sueño, la pesadumbre empezó a hacer mella en él, estaba en un callejón sin salida y sentía cómo las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos...


- ¡¡Chico, ven aquí!!


Marcio, no miró, estaba tan absorto en su tristeza que ni oyó que aquellas palabras estaban dirigidas a él.


- ¡¡Vamos chico!!!


Marcio miró, era el policía regordete, le hacía señas de que se acercara...


- Pero coge tus paquetes y monta conmigo, vamos a hacer tus entregas en un tiempo record, ¡¡toma este casco!!


Sin apenas tiempo para reaccionar, Marcio estaba subido en aquella moto de la policía, con un flamante casco, y con todos sus paquetes bajo el brazo. Entonces oyó al policía joven:


- ¿Pero qué haces?


- Nada, tú sigue patruyando esta zona, en un par de horas como mucho estoy de vuelta...


- Pero...


El policía joven se quedó con la palabra en la boca, aunque el ruido de la moto de su compañero habría ahogado cada una de las palabras que hubiera pronunciado.


Pasaron las horas y alguna que otra multa cuando el joven policía vio volver a su compañero con Marcio. Habían entregado todos los paquetes y Marcio dejó ver una amplia sonrisa cuando se quitó el casco. Aunque al ver la cara del compañero de aquel policía que le había ayudado, la disimuló como buenamente pudo.


Mientras Marcio se dirigía a llevar todos los albaranes de entrega, oyó como el policía joven recriminaba a su compañero:


- !Estás loco! Eres policía, no un mensajero.


- Exacto soy policía, pero no estoy loco. Nuestra misión es hacer cumplir la ley, como bien dijiste, pero no hacer que nadie pierda su trabajo. También nuestra misión es ayudar a quien lo necesite, y eso, mi joven compañero, lo has olvidado...


Marcio sonrió feliz, respiró profundamente, lleno sus pulmones de aire, aliviado porque hoy había hecho su trabajo, y de repente, notó que ese aire no olía a queroseno, ni era caliente ni axfisiante, ese aire tenía un aroma especial, ese aire olía a libertad, a esperanza, a un mundo nuevo lleno de oportunidades...


viernes, 17 de agosto de 2007

Compañera


A veces te busco, otras veces eres tú quien me encuentra.


A veces llegas sin avisar, otras veces llegas avisando con meses de antelación, aunque a mis torpes ojos, no sea capaz de entender tu aviso, sino tiempo después de tu llegada.


A veces me ayudas a pensar con claridad, a conocerme a mi mismo mejor, a rescatar recuerdos casi olvidados, otras veces me hundes, me llevas a rincones perdidos de mi memoria, donde escondí retazos de recuerdos que quise olvidar.


A veces me hablas serenamente, casi con susurros, costándome incluso entenderte, otras, sin embargo guardas silencio mientras me miras.


Pero siempre estás ahí, esperando tu momento, siempre estás a mi lado aunque no sea capaz de verte. Compañera de sonrisas, compañera de lágrimas, compañera de fatigas. Siempre acabas apareciendo compañera, incluso en los momentos en los que no te espero, y me envuelves con tu frío abrigo que sin embargo es dulce y suave, embriagando mi vida con olores del recuerdo, la nostalgia y armoniosa rutina que siempre traes contigo, recordándome quién soy, y por qué soy como soy, haciéndome ver mis errores, haciéndome ver que quizás hoy no soy aquello que creí ser ayer.

Si, compañera, estas letras van dedicadas a ti, mi dulce e infatigable compañera, porque al final de cada camino que ando me lleva como destino a tus brazos, Soledad...

Unos dicen que cuando eres impuesta, soledad, eres el peor de los tormentos para una persona, obligándole a recordar todo aquello que ha perdido y que hace que se sienta sola, otros dicen que cuando se te elige como compañera, ayudas a crecer a esa persona, la enseñas cómo es, a conocerse, a quererse, reavivas su creatividad, traes contigo sus musas...

No puedo juzgarte, ni si quiera quiero hacerlo, no me atrevo, y ni si quiera sé si viniste impuesta o si fui yo quien te llamó, el caso es que viniste hace tiempo, y hoy tengo la sensación de que realmente nunca te llegaste a marchar de mi lado. Debería de agradecerte tantos años de abnegada entrega y de compañía, pero tampoco sé si quiero agradecerte algo que yo no te pedí.
Me recuerda a la historia del Sol y de la Luna, enamorados pero sin poder verse nunca, salvo en aquellos mágicos momentos en los que se produce un eclipse, provocando que tanto la fuerte luz que irradia el Sol como la ténue y suave luz que emana la Luna se apaguen entre si, oscureciendo el día para que aquellos curiosos que les espíen no puedan verles mientras se besan. Así somos nosotros, tú y yo, Soledad, solo que yo sé que no estoy enamorado de ti, pero tengo dudas de que tú no lo estés de mi. Sé que a veces he corrido a tu lado para abrazarte, buscando un refugio tranquilo cuando los tormentos de mi alma y de mi corazón han hecho mella en mi fortaleza, sé que te he utilizado a veces para esconderme de aquello que no quería enfrentarme y me has recogido con los brazos abiertos, pero la mayoría de las veces has sido tú quien ha venido a mi vida sin yo querer que aparecieras, no me das a elegir, no puedo elegir, eres tú quien decide, eres tú quien aparece y revuelve mi vida como si de un huracán se tratara, me arrancas de aquello que me hacía feliz y me enseña lo torpe, errático y desastroso de mi personalidad, haciéndome ver que si estás aquí, conmigo, no es tu elección, que es la mía, que si pierdo lo que tengo es por mis propios errores y no porque tú hayas decido aparecer nuevamente, y que si no te acabas de ir nunca es porque realmente yo no aprendo nada de aquello que me quieres enseñar.

Hoy compañera, te siento más cerca que nunca, hoy sin quererlo, siento tu respiración cerca de mi, hoy presiento en el aire el aroma tan característico que dejas cuando me visitas... Por hoy también quiero decirte que te equivocas, porque no te tengo miedo, ya me acostumbré a tu presencia y a vivir feliz con fugaces momentos de felicidad, sé que acabarás apareciendo, pero eso no me impide disfrutar de esos momentos olvidándome de tu existencia, sé que las largas horas en tu compañía me han hecho reflexionar sobre muchas cosas referentes a mi y a todo lo que me rodea, sé que algunas cosas he aprendido gracias a ti, pero otras, y no son tantas como me susurrabas, no estaban mal, porque son parte de mi y forman parte de lo que soy, y lo que soy no lo puedo cambiar, es invariable, y es lo que hace y hará que las personas que me quieren y a los que les importo tengan esos sentimientos hacia mi. No, esta vez no me dejaré engañar por tus tretas, esta vez no te dejaré quedarte más tiempo del imprescindible, esta vez me aprovecharé tanto de ti como tú de mi, y cuando llegue el momento te diré adios, pero esta vez no estaré pensando cuándo volverás, esta vez, me despediré creyendo ciegamente que nunca volverás, esta vez, querida compañera, tu camino y el mío se dividirán en dos, y yo andaré mi camino sólo, sin tu ayuda y sin tu presencia, porque sé que hay muchas personas que no me dejarán caminar sólo, que me ayudarán cuando me caiga y que me tenderán su mano para ayudarme a seguir andando hacia donde el camino me quiera llevar, pero esta vez, el camino no llegará hasta donde tu estés, sino hacia donde esté aquello que quiera encontrar... Esta vez, soledad, he aprendido la lección que tanto tiempo llevas queriéndome enseñar...

Gracias por todo compañera, espero que me estés escuchando, porque ahora ya no te siento tan cerca...

lunes, 6 de agosto de 2007

Convivencia


Bonita u horrorosa palabra, depende de quien la diga y de su experiencia personal, supongo....


Hace ya unos meses, unos amigos, unos muy buenos amigos, me comentaron que querían comprarse un chalet, fuera de Madrid y alrededores (los precios de por aquí son casi prohibitivos para la mayor parte de los españolitos de a pie). Hace poco que han ido a ver unos chalets en Calalberche (creo que se escribe así), y han encontrado uno que les encanta, y han empezado los trámites para comprarlo, por ahora están sólo en fase de negociación con los propietarios, una pareja de ancianos que ya no pueden vivir en chalet porque no pueden hacerse cargo del mantenimiento que conlleva. Espero sinceramente que tengan suerte en conseguirlo, porque se les ve realmente ilusionados con esa nueva etapa, y gran parte de su ilusión me la contagían a mi, que además soy de ilusión fácil y con facilidad para dejar volar la imaginación. Ellos me han pedido algo fuera de lo normal, ellos quieren que sea el padrino en su boda, también quieren que sea el padrino de su primera hija o hijo (da igual lo que venga, pero que venga con salud) y lo más increíble para mi, quieren que me vaya a vivir con ellos al chalet, y es algo que no deja de impresionarme y de ilusionarme, a pesar de los miedos y de las dudas que siempre me han creado la convivencia con otra u otras personas. Me contanban, con unas caras que irradiaban felicidad, cómo habían planeado ya cuál sería mi cuarto, cómo era el baño de la planta de arriba con la posibilidad de poner un jacuzzi, dónde se podría poner a Dante para que estuviera lo mejor posible (a pesar de las bromitas de la escopeta y de la visión que se tiene desde una de las ventanas hacia la ubicación del loro), de la vida que podríamos hacer allí los tres juntos, etc, etc... Pero este pasado viernes la lección que me dieron fue mayúscula, porque les comenté mis miedos, mis dudas, y me dijeron que todas las personas discuten, que es normal, pero que con el simple hecho de llegar a casa y encontrar a la mejor persona con la poder hablar de cualquier cosa y de cualquier problema ya disipaba cualquier duda ante una eventual discusión, que hasta la madre de Toño, al ver el chalet, les comentó a ambos que la habitación que hay reservada para mi estaba genial para que pudiera hacer las cosas que hago (tocar la guitarra, mi acuario, el ordenador), y sobre todo lo que más me llegó fue la sinceridad de sus palabras, había momentos en los que casi no se dejaban hablar entre ellos, no es la ilusión de mi hermano únicamente porque viva con ellos, es la ilusión de ambos por vivir juntos los tres. Y no me piden nada a cambio, saben que yo actualmente no puedo hacerme cargo de los gastos (aunque sean compartidos entre tres) de mantener un chalet, pero ni si quiera lo mencionaron hasta que lo dije yo, y casi me cortan la lengua por decir tonterías...


Sólo me cabe decir una cosa ante esta abrumadora muestra de cariño, amor y de amistad, y es daros las gracias una y mil veces, gracias por haberme metido de esta forma en vuestras vidas, gracias por haberme dado la oportunidad de conoceros cada día mejor, gracias por confiar en mi como confiáis, gracias por creer como creéis en mi, gracias por cada una de las cosas que me hacéis sentir, gracias por contar conmigo, gracias por vuestro apoyo constante y desinteresado, gracias por respetar mis despistes y mis idas y venidas, gracias por entenderme, gracias por tantas cosas y momentos que hemos vivido juntos y por los aquellos que nos quedan por vivir, de verdad, de corazón y desde el más profundo de mis sentimientos hacia vosotros, muchísimas gracias, sois como el mejor de los compañeros para ir por el camino de la vida, sois el amigo que siempre se espera encontrar uno para los momentos difíciles y al primero que se busca para reir y celebrar las grandes noticias, sois parte de mi familia, porque no puede haber vínculo más fuerte que sentirse parte de un clan del cual sabes que nunca te podrán echar por existir vínculos innegales entre cada uno de sus componentes...


Aunque el barco se hunda nos hundimos juntos, pero yo, no te abandono...


Un besazo para los dos!!!

jueves, 2 de agosto de 2007

Cachorro abandonado


Hoy leyendo en el foro de loroadictos, me he encontrado con una de esas noticias que nunca quieres encontrarte, al menos yo, no puedo con estas cosas, no las entiendo y me parecen que demuestran la parte más salvaje e inhumana del ser humano.
Hace dos días se encontró un chico a este cachorro, apenas tendrá 2 meses de vida, estaba totalmente deshidratado y sin fuerzas para caminar, lleno de garrapatas, y con heridas importantes en los cuartos traseros del animal. Tiene 3 perros más, no puede hacerse cargo del coste del veterinario, ni tampoco puede tener al animal por más tiempo, pero ya se ha encargado de rehidratarle, de curarle una hinchazón que tenía en un ojo y de limpiarle las garrapatas. Obviamente queda lo más duro, verificar el estado de sus cuartos traseros, la gravedad de las heridas (ambas cosas probablemente consecuencia de un atropello), y el estado de su salud en general, y por eso pide ayuda...
Cuando lo he leido mi primera reacción ha sido de rabia, quién puede tener la sangre fría de dejar a un animal indefenso abandonado de esta manera, y se me vienen a la cabeza otras situaciones vividas, como cuando en mi casa se recogió a Dune, con apenas un mes de vida y cuyo anterior dueño había dejado al lado de la rueda del coche de mi padre para que cuando arrancase matara al animal, si es que no había muerto antes de frío, sed o hambre. Hay otras soluciones para "quitarse de encima" a un cachorro que no queremos, más humanas y muchísimo más respetuosas con la vida, pero claro, en esas soluciones sólo deben de pensar las personas inteligentes, aquellas que entienden que somos partes de un todo y no el centro del universo.
La segunda reacción ha sido de preocupación, y de preocupación de verdad, Dune fue muy importante para mi y para mi familia, fue un animal muy querido y nos dio muchísimo durante su vida, más de lo que nosotros le dimos, porque devolvía con creces cada muestra de cariño que recibía, y el caso de este cachorro me ha recordado muchísimo a ella, a mi añorada Dune, y no he podido evitar ofrecerme para ayudar. Esa ha sido mi tercera reacción, escribir al chico un email para preguntar por el estado del animal y para hacerme cargo de él si lo cree correcto, estoy harto de criticar injusticias y de ver actos que me ponen la piel de gallina con escalofríos que me atraviesan el cuerpo y no hacer nada o muy poco, sé que no puedo hacer frente a todas las cosas que me parecen injustas, sé que no puedo hacerme cargo de todos aquellos animales que sufren por culpa de otros "animales" que supuestamente son racionales, pero en este caso he tenido que hacer algo, por mi mismo, por el cachorro y por el recuerdo de Dune, tenía que hacerlo y estoy dispuesto a hacerlo hasta el final. Estaba ahorrando para comprar una guitarra nueva, iba poco a poco como las hormiguitas, supongo que la guitarra podrá esperar, y reinvertir ese dinero en cuidarle, supongo que hay cosas que tarde o temprano llegarán y otras que no pueden esperar...