viernes, 19 de diciembre de 2008

Sueños de Navidad


Por la época en la que estamos, no se me ocurre mejor tema que escribir que éste. Durante este tiempo de silencio, la verdad es que tengo muchas cosas de las que me gustaría escribir, y que iré haciendo poco a poco. Pero ahora mismo, creo que es la Navidad el tema que, sin duda por el momento, merece ser el primero.


Y lo merece por muchas cosas, entre otras, porque después de que uno pierde su inocencia infantil, y deja de creer en los Reyes Magos o Papá Noel, la Navidad se convierte en unas fiestas en las que uno no sabe muy bien qué celebra más, si las vacaciones del colegio, instituto o universidad, cuando era aún estudiante, si las cañas con los amigos del día 24 o 31, si las cenas de empresa con los compañeros del trabajo o con el grupo de amigos, o las reuniones familiares con todos aquellos con los que el resto del año quizás no te reunes todo lo que deberías o quisieras. Todo esto, sin entrar a valorar el aspecto religioso que cada uno quiera darle y que no voy a entrar a analizar, ya que a dónde realmente me interesa llegar es a otro punto.


Creo que llega un momento en el que después de haber perdido esa ilusión enorme que teníamos de niños por la Navidad, y tras pasar varios años en los que las ilusiones pasaban por otros lados en estas fechas, uno vuelve a recuperar ese espíritu navideño, donde adornar el árbol, montar un belén, colocar motivos navideños por la casa, los turrones, polvorones y mazapanes que llenan despensas, y los villancicos, eternos e inamovibles, evocan momentos en los que uno siente la importancia de volver a estar cerca de aquellos a quienes amas.


Este año nos faltará alguien, mi Abuela África no estará para reunirse con todos, al menos físicamente, porque seguro que todos la tendremos presente en muchos momentos durante estas fechas, y aunque eso me entristece bastante, por otro lado no puedo evitar sentirme de nuevo con la ilusión de un niño pequeño en Navidad, fechas rodeadas de magia, de color, de grandes deseos y esperanzas para el siguiente año. Y no puedo evitar sentirme así, porque quizás he llegado a ese momento en el que aprendes a valorar todo lo que hay a tu alrededor, a las personas que llevan queriéndote desde hace tanto tiempo, que ni si quiera uno es consciente de la magnitud de dicho sentimiento. Y además están aquellas personas que, aún no formando parte de la familia desde sus orígenes se han hecho igual de imprescindibles y necesarias, y con ello absolutamente indispensables para que estas fechas sean tan maravillosas como cuando las recordaba de pequeño.


Si, estoy convencido de que estas Navidades serán de nuevo como aquellas que viví cuando aún creía que un señor vestido de rojo entraría por la noche en casa a inundarla de regalos, y donde la copa del árbol con sus adornos y sus luces me parecía inalcanzable sino era con la ayuda de mi Padre o mi Madre. Si, estoy convencido de que el espíritu navideño ha regresado para inundar mi alma de esa inocencia, de esas ilusiones y de esas ganas de disfrutar de la compañía de todos aquellos que son importantes en mi vida, creyendo nuevamente que la magia que desprenden estas fechas, serán las que hagan que todos y cada uno de los momentos se conviertan en inolvidables, y quién sabe, quizás suceda algo mágico durante estas fechas si todos volvemos a creer y a recuperar esa inocencia perdida...


Retorno

Quizás llevaba mucho tiempo sin escribir. A lo mejor mis musas me abandonaron durante un tiempo o quizás me dejé caer en el abrazo axfisiante de la rutina y la vorágine diaria en la que la mayoría vivimos, olvidando que, aquellos pequeños instantes que nos dedicamos a nosotros mismos, hacen que disfrutemos más de la compañía de los demás...

Quizás, olvidé por un tiempo que tenía un rincón donde dar rienda suelta a ideas, sensaciones, sueños o pensamientos, que, sin aspirar a ser grandes, me hacían sentir más grande, porque me ayudaba a reflejar casi todo aquello que no soy capaz de expresar con palabras. Incluso, nacieron nuevos sueños dentro de este rincón, aunque también otros murieron, pero sobre todo me ayudaba a conocer mejor mi yo más callado, áquel que casi nunca dice con palabras lo que piensa o lo que siente, sino que simplemente reacciona ante las circunstancias, y que al reflejarlo con palabras, al meditar sobre lo que escribo, me hacía comprenderme mejor a mi mismo, y, en la medida de lo posible mejorar como persona...

Quizás, me faltó tiempo, que no lo niego, pero debo encontrarlo de nuevo para seguir con este rinconcito, al que hoy he limpiado el polvo acumulado de varios meses...

Mi pequeño rincón, hoy te rescato del olvido...