viernes, 26 de octubre de 2007

Imagina un sueño


Cierra los ojos, suavemente, no los aprietes para que ningún músculo en tu cara esté en tensión.


Respira suavemente, casi como si durmieras, como si nada de lo que ocurre a tu alrededor te pudiera afectar.


Siente una mano que acaricia tu pelo, tu cara, tu cuello, tu espalda....


Y ahora imagina un sueño, el primero que se te pase por la cabeza,no abras los ojos, sólo siéntelo dentro de ti, pero exterioriza todas las sensaciones que tu sueño te hace sentir...Imagina que tu sueño no es un sueño sino una dulce realidad, imagina que esas sensaciones no son imaginadas, siente como tu piel exterioriza cada una de tus sensaciones, sonrie porque tu sueño ya no es un sueño, es una realidad, tú eres quien lo hace real.

Sueña, porque es precioso soñar, pero no dejes de intentar nunca que tus sueños se conviertan en realidad.

Acércate a aquellos que puedan ayudarte a hacerlos realidad y aléjate de quienes intentan que olvides tus sueños.

Tus ojos


No sé por qué, pero siempre me fijo muchísimo en los ojos de las personas, cuando conozco a alguien por primera vez, de las primeras cosas en las que me fijo es en sus ojos. Obviamente, hay ojos que son preciosos, ya sea por su color, por su forma o por el conjunto de la persona de la que forman parte. Pero si hay algo más bonito aún que unos ojos, son las miradas que puedan llegar a expresar, y son al final esas miradas, la forma de observar, los que hacen que unos ojos sean arrebatadores y otros, en cambio no transmitan nada, aunque estéticamente unos sean bonitos y otros sean más normales (según los cánones mayoritarios de belleza, que generalmente no comparto).


Realmente son las miradas, las expresiones, lo que hacen que los ojos nos llamen la atención, y hay ojos, que se convierten en ojazos, no ya sólo por lo bonitos que puedan ser, sino por la cantidad de cosas que te llegan a transmitir, vida, alegría, felicidad, e incluso en algunos momentos tristeza, y aún en este caso, no pierden ni un ápice de hermosura.


Hay ojos que miran y hablan, y otros, sin embargo nunca llegan a decir nada.


Y hay raras excepciones, en los que se aunan la belleza de unos ojos que armonizan con un rostro aún mas bello, y que a la vez poseen una mirada que te envuelve y te embruja, llena de fuerza y de hermosura, y que transmiten una y mil sensaciones a aquellos que tienen la suerte de verlos alguna vez.


Ojalá yo tenga la suerte de seguir viendo tus ojos, aunque sólo sea de vez en cuando...

jueves, 25 de octubre de 2007

Vuela


Volaban alto, muy alto, desde el suelo apenas eran dos puntos negros sobre el infinito mar azul del cielo de los sentidos. Volaban casi pegados, sin separse lo más mínimo, como en un paso a dos coreografiado por dos amantes deseosos de expresar su amor, realizando movimientos perfectos y armoniosos, al compás de la música que tocaba el viento. Volaban libres, ajenos a lo que sucedía a su alrededor, sin miedos, sin complejos, sin ataduras, sin dudas... Libres de expresar cada sentimiento, cada sensación... Las miradas no eran estudiadas, pero iban acompañadas de cada una de las cosas que sientes y que no dices, el cansancio era una sensación que simplemente no existía, cuando lo importante era el tiempo compartido, el dolor era una sensación ajena y extraña, un recuerdo condenado al olvido por otros sentimientos que vivían su apogeo y no admiten sensaciones tristes a su alrededor, porque inundan y abarcan todo aquello que te rodea. Eran libres; libres de amarse, libres de sentir, libres de prejucios, libres de bailar la música que ellos mismos creaban, libres de cadenas absurdas que intentan atarte el alma y el corazón...


Desde el suelo, sólo eran dos puntos negros, moviéndose de un lado a otro, no se oía la música que bailaban, no se veían los movimientos perfectos de su vuelo, no se apreciaban sus miradas, sólo eran dos insignificantes puntos negros en el cielo, vistos desde la inmensa soledad de la Tierra.


Por eso volaban alto, porque desde el suelo no se puede ser libre, no se puede ser feliz, sin que los lazos de la envidia, del miedo, del despecho, de los celos y del dolor, aprisionen fuertemente a aquellos que osan hacer uso de su libertad y son tan valientes, que son capaces de mirar cara a cara a la felicidad y sonreir.


Pero su vuelo en el cielo de los sentidos, no les obligaba a separar sus pies del suelo, sólo era necesario cerrar los ojos sintiendo el abrazo de su pareja de baile, para que así empezara la coreografía tantas y tantas veces bailada, y siempre diferente. Su vuelo era alto, porque sus sentimientos eran altos, y por eso cuando alguien se cruzaba con ellos y no era capaz de sentir lo mismo, no podía ver más que dos puntos negros en lo alto del cielo sin poder identificar ni qué son, ni qué es lo que hacen, así que menos aún, de darse cuenta de que pasó al lado de la felicidad y de la libertad...

Celebración

Sábado 13 de Octubre por la noche, 22:30 aproximadamente; esa era la hora en la que nos habíamos dado cita unos cuantos amigos para celebrar mi cumpleaños. Después de un día de mandar mensajes a todas aquellas personas con las que quería compartir un momento especial, y llevar alrededor de una semana comentando personalmente la invitación, y demás preparativos, llegó el momento de ver reunidas a todas aquellas personas que forman parte de mi vida, y la verdad es que fue fantástico, porque estuvieron casi todos, y los que faltaron, en su mayoría, fue por la imposibilidad de estar en dos sitios a la vez...
Pocas veces tienes oportunidades de juntar a todas las personas que, en mayor o menor medida, forman parte de tu vida, y sólo por ese hecho pasan a ser importantes, ya no son desconocidos, la mayoría son amigos, buenos amigos, otros, en cambio son personas que empiezas a conocer, pero que indudablemente, tienes la sensación de que son personas que merecen realmente la pena y que merecen el tiempo que se emplee en conocerles. Y un pequeño grupo reducido llevan ya tiempo no fallando a ningún momento importante, siempre están, son irreductibles, espartanos que luchan contra el tiempo, las tempestades, las lluvias y las piedras, para ayudarte a abrir el camino cuando no lo ves, y para reir contigo cuando las cosas vienen bien dadas. Si, espartanos, aquellos formidables guerreros, con una ética y una moral impresionantes, y con la obsesión fija de que Esparta no se rinde, sólo que mis espartanos no luchan por Esparta, luchan por algo intangible y etéreo, como es la amistad.
Mención especial para los que hicieron posible la celebración, Jose y Gonzalo, y que al final, después de varias horas batallando, también se pudieron unir a la fiesta. Muchas gracias por hacerlo posible y por vuestro trabajo!!!

A todos y cada uno de los que estuvisteis, muchísimas gracias por acudir, por hacer una noche llena de momentos inolvidables, por haberos conocido un poco mejor, por disfrutar y hacerme disfrutar, por las sonrisas y las risas compartidas. Por momentos como este y en momentos como este, sólo me queda dar las gracias por conocer a tantas personas que son increíbles...
Y para aquellos que no pudieron estar, espero que pronto nos podamos volver a ver, y que pronto nos podamos volver a juntar todos, aquellos que vinieron y aquellos que no pudieron, por el simple motivo de estar juntos...

De corazón, muchas gracias a todos!!!

P.D: Llevaba bastantes días dándole vueltas a este post, quería escribir algo grande, enorme, para agradecerles y darles las gracias a todos los que hicieron posible un día muy especial, y, aunque no es el post más bonito, está escrito con todo el cariño...

Sencillamente, sencillo...


A veces me pregunto por qué complicamos tanto las cosas, por qué hacemos más difícil lo que de por si ya es complicado y más complicado, lo que de por si es fácil.

Supongo que en el fondo nos deben de gustar las complicaciones, que no es lo mismo que los problemas. Pero resulta curioso ver cómo desconfíamos de aquello que parece fácil y nos sentimos atraídos por aquello que resulta complicado. En un pensamiento supérfluo , es obvio que cuando conseguimos algo complicado la sensación de victoria, de satisfacción personal y de autoestima crecen enormemente, comparándolo a cuando conseguimos algo que ha resultado fácil de alcanzar. Es tan sencillo como pensar que, lo fácil no se valora tanto como lo complicado.

Pues bien, yo reivindico lo fácil, lo que no es complicado, la sencillez...

No quiero quitar mérito a la solución de situaciones que son complicadas, aquellas situaciones en que las cosas vienen dadas de esa forma y sólo queda la opción de enfrentarse a ellas tal y como vienen. Sí le quito mérito a las situaciones que complicamos nosotros mismos, a pesar de que las mismas al principio tuvieran un origen y una solución fácil. Y, bajo mi punto de vista, es obvio también el por qué...

Hay pocas cosas que se puedan valorar tanto en esta vida como el tiempo, si malgastas tu tiempo, malgastas tu vida. Las situaciones complicadas y su resolución, implican, normalmente, mucho esfuerzo y mucho tiempo, por lo que si complicamos las situaciones que son fáciles, y que podríamos haber resuelto en un breve espacio de tiempo, lo que hacemos es malgastar tiempo y energías, lo cual, sencillamente me parece absurdo. Ese tiempo se podría haber dedicado a la familia, a tus hijos, a tus padres, a tus amigos, a tus aficiones, en cambio, decidimos complicar lo sencillo y sacrificamos ese tiempo en conseguir algo que, en su origen, hubiera sido mucho más fácil de lograr, por el simple hecho de sentirnos orgullosos de haber conseguido algo complicado.

Reivindicar lo sencillo para aprovechar el tiempo, nuestro tiempo.
Una discusión, por ejemplo, no deja de ser una discusión, todos discutimos alguna vez por los motivos que sean, pero ahi debería de acabar la cuestión, si me equivoqué, pido perdón, si te equivocaste, actúa en consecuencia, si ambos nos equivocamos hagamos algo para enmendar el error, pero si complicamos las cosas, si no somos capaces de entender que nuestras razones no tienen por qué ser las de los demás, que nuestras esperanzas, nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestras opiniones no tienen por qué estar compartidas con el mismo entusiasmo por los demás, si entendiéramos que el tiempo que pase es tiempo perdido... Y en todo caso, si no hay una solución para la discusión, si no hay culpables, y si resentimiento, si no hay la sensación o la necesidad de arreglar las cosas o llegar a un entendimiento, entonces, ¿para qué seguir discutiendo y perdiendo el tiempo? Es mejor avanzar, dar el paso firme y decidido, y seguir cada uno su camino.

A veces lo sencillo, se torna complicado, a veces lo sencillo lo complicamos nosotros, a veces, ni si quiera valoramos la opción sencilla, por el simple hecho de ser sencilla...

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿Quién observa a quién?


Unos dedos que se alargan para juguetear con el aire, parecen querer coger briznas de espacios indefinidos, objetos lejanos que un día fueron arrastrados por el viento del olvido y del pasado hasta zonas donde la vista apenas alcanza y sólo la memoria es capaz de identificarlos como un recuerdo propio y no ajeno.


Una mano intentado tocar imágenes que se plasman en el aire, proyecciones de la mente que se reflejan en cualquier zona del cielo, donde unos ojos buscan rescatar momentos del pasado ya marchito, instantes muertos por el olvido, fotografías borrosas, llenas de polvo y dobladas por el peso y el paso de los años, unos ojos que intentar guiar a esa mano, para que sea capaz de atrapar esas imágenes y acercarlas nuevamente para poder observarlas desde mucho más cerca.


Son mis dedos los que juguetean con el aire, es mi mano la que intenta tocar esas imágenes, son mis ojos, los que miran para rescatar instantes muertos, y son, mis ojos, los que me hacen identificar una imagen, una imagen propia, pero aunque me veo, no me identifico, soy yo el que está mirando al pasado desde el presente, y desde el pasado, esa imagen reflejada de mi mismo está mirando hacia el futuro. ¿Quién observa a quién?

Desde el presente busco en mi pasado para identificarme, para conocerme mejor, y me encuentro que desde el pasado ya miraba al futuro para saber qué es lo que sería tiempo después, y tiempo después, sigo sin saber quién soy, pero con la certeza de que, al menos seguí creciendo como persona y que sigo luchando por aprender y mejorar aquello que soy y que aun desconozco...

sábado, 20 de octubre de 2007

Seguridad vs inseguridad


Metódicamente va preparando todo aquello que hoy le hará falta, la ropa perfectamente planchada y estirada sobre la cama, la ducha preparada, la cuchilla de afeitar esperando para realizar su trabajo, la colonia, recién comprada, esperando el momento de su estreno...


Observa detenidamente todo, hasta el más mínimo detalle, no debe de quedar ante la improvisación, y rigurosamente, vuelve a repasar cada una de las prendas, cada uno de los detalles, cada una de las partes que compondrán su vestimenta y de su propia autoestima, para así mentalizarse de la situación...


Comienza, con tranquilidad, un ritual que ni está escrito, ni estudiado, sino nacido de alguna parte de su interior, firme en cada una de sus acciones, como si un etéreo director de escena fuera marcando cada uno de sus movimientos, para que, sin posibilidad de salirse de aquello que estaba previsto, se realice, como si fuera la más perfectas de las máquinas, el guión que está escrito para el momento.


Se desnuda y siente como el agua caliente recorre, formando ríos, todo su cuerpo. No es una sensación nueva, sino cotidiana, pero hoy tiene la sensación de que, sin embargo hay matices diferentes, no es como siempre, el agua caliente a ratos parece ser más ardiente, aunque no llega a quemar; la esponja, esta vez, no sólo enjabona su cuerpo, sino que también lo está acariciando, despertando cada poro de su piel, dormidos durante tanto tiempo, mientras el agua sigue jugueteando con cada rincón de su cuerpo; el sonido del agua al caer no es un chapoteo contínuo, sino que parece que dibuja notas con cada gota, intentado hacer sonar una melodía que no acaba de descifrar. Una simple ducha, tan cotidiana en su vida, hoy se ha convertido en una experiencia totalmente alejada de la cotidianidad.


El frío golpea su cuerpo cuando sale de la ducha, un sinuoso vapor juguetea por el aire, dejándose ver más claramente a la luz de los halógenos del techo, dejando marcas en los espejos. Suavemente, como quien acaricia la cara de un niño, quita con sus manos el vapor acumulado en el espejo, aun sabiendo que es inútil, y que en breve el vapor, volverá a colonizar aquella parte del espejo que se limpió, empieza a afeitarse. Suavemente va recorriendo su cara con la cuchilla, evitando cortarse, ni tampoco rasurar más barba de la que realmente quiere. Otra sensación cotidiana, se empieza a volver extraordinaria, la cuchilla, eléctrica, va empezando a juguetar con la música, ese sonido constante del motor de la maquinilla, empieza a dibujar las mismas notas que anteriormente estaba escuchando mientras el agua caía en la ducha. Sigue sin descrifar la canción, pero siente, como las cuchillas van pasando suavemente y firmemente por su cara, movimientos claros, firmes, seguros, pero tan suaves que parece como si unos dedos fueran acariciando cada centímetro de su cara para evitar que se irrite por el paso abrasivo de la maquinilla de afeitar...


Enjuaga su cara con agua, repasa visualmente el afeitado, dándole el visto bueno, por lo que recoge la toalla y empieza a secar su cuerpo, pero esta vez parece que es la toalla quien le abraza y le acaricia. Es consciente de que son sus manos las que mueven la toalla, pero no había sido consciente del mimo y el cuidado con el que, aquellas partes de la toalla que no controlan sus manos, rozan su cuerpo, lo acaricia y se entrelaza en un firme pero placentero abrazo, para transmitirle calor y a su vez, secar su cuerpo...


Ya se encuentra frente a su cama, mirando atentamente a la ropa, y tras un breve y rápido secado, empieza a vestirse, hoy la ropa, quizás agradecida por el tiempo empleado en cuidarla, se muestra suave, encajando perfectamente en aquellas partes del cuerpo para las que fueron cosidas, haciendo sentir a quien las porta, la sensación de comodidad con aquello que llevas puesto. Inmediatamente después, toma la colonia, y mediante pocas y estudiadas pulverizaciones, intenta perfumar y dar un toque personal a su ropa y al aire que le rodea. Aspira profundamente para recoger ese olor, y con un gesto de conformidad y satisfacción , se queda un instante con los ojos cerrados...


Todo está tal y como había pensado, se mira al espejo, no por vanidad, sino para comprobar que los detalles están como quiere que estén. Y de repente, recuerda las sensaciones de la ducha, del momento del afeitado, el abrazo suave de la toalla, el roce de la ropa sobre su cuerpo, el olor de la colonia... De repente se da cuenta de que esas sensaciones son fruto de algo, que antes era inconsciente, y ahora se ha vuelto muy consciente... Nervios a flor de piel que sensibilizan cada poro y cada músculo de su cuerpo, haciendo que reaccionen ante cualquier factor externo, nervios que provocan las sensaciones imaginadas, olvidadas y añoradas de otro tiempo, nervios por darse cuenta de que probablemente, con una sóla mirada, todo su preparado ritual caerá como si de un castillo de naipes se tratara. Nervios y más nervios...


Se mira al espejo, todo sigue igual, nada ha cambiado, perfectamente peinado, perfectamente afeitado, impecablemente vestido y perfumado, cada detalle había sido previsto para dar una aparente seguridad, pero ahora, viendo su reflejo, consciente de sus nervios, los detalles quedan sólo en eso, detalles, más o menos importantes a los ojos de quien pueda observarlos, pero lo verdaderamente importante, lo que va detrás de esos detalles, se ha convertido en un puro manojo de nervios, que se había intentado ocultar tras una pequeño muro de detalles y apariencias para disimular la inseguridad que le crean ciertas situaciones.


Caido el muro, desdeñando los detalles, respiró profundo y se convenció de que el mejor detalle es ser siempre uno mismo. Cogió las llaves de casa y las del coche, y con un paso firme y decidido salió a la calle, y al pasar por un cristal de un escaparate se vio reflejado. Paró en seco, y se quedó mirando, no miraba lo que exponían en la tienda, ni si quiera sería capaz de recordar qué es lo que vendían, se quedó mirando su reflejo, viendo que ahora los detalles que tanto había cuidado para camuflar su inseguridad, se habían convertido en una parte de un todo que reflejaba su verdadera personalidad y su forma de ser, y que gustara o no a los demás, sólo dependía de los gustos de otras personas, pero para él, se habían convertido en sólo una parte del reflejo de si mismo. Volvió a empezar a andar, su paso volvió a ser firme y decidido, pero ahora también eran los pasos de alguien convencido de si mismo.


Al menos hoy será así, mañana ya se verá...

jueves, 18 de octubre de 2007

Momento de reflexión


Llegan momentos, en casi cualquier época de la vida, en los que debes, tienes o te ves obligado a parar y reflexionar, tomar decisiones, redireccionar las situaciones, valorar y sopesar los pros y los contras, para poder llegar a una conclusión sobre un tema concreto, sobre todo cuando dichas situaciones te empujan a tener reacciones viscerales, a no sopesar consecuencias, sino a reaccionar según el nivel de temperatura que alcanzan los sentimientos, que en muchos casos enturbian razones, obras y amores... Son en estos momentos en los que debe imponerse la razón, en los que se debe reaccionar de forma que, cualquier decisión tomada, sea, al menos, tomada con un mínimo de sensatez y cordura. Hay decisiones que necesitan tiempo y madurez, y negárselo es quitarse oportunidades a uno mismo y a los demás...


También hay momentos en los que notas que tus palabras vuelan por el aire, notas y sientes cómo salen de tu boca, y sabes perfectamente que llegan a los oidos de otras personas, intentado explicar situaciones, sensaciones y sentimientos, pero tambíén te das cuenta de que tus palabras, sean dichas de la forma que sean dichas, hayas dado con la explicación perfecta o con la peor de las argumentaciones, si quieren ser entendidas o no, dependerá, en un alto porcentaje de lo que aquellos que te escuchan quieran entender. Cuando tus palabras, no reflejan aquello que otros esperan oir, probablemente, no serán ni atendidas, ni escuchadas, ni entendidas igual de bien que cuando tus palabras dicen aquello que los demás esperaban escuchar. Cuando tus palabras vuelan por el aire planteando cosas que los demás no quieren plantearse, cuando hablan de cosas que nadie quiere hablar, cuando son inoportunas porque reflejan lo que otros no quieren aceptar, entonces, las posibilidades de ser escuchado y entendido se reducen al mínimo. Sientes que te escuchan, pero esperando el error de tus palabras o del concepto que en ellas se encierre o se pueda encerrar para tergiversar aquello que no dijiste, en favor de una idea que se aleja de tu planteamiento inicial, o ni si quiera entraba en los planteamientos en los cuales argumentabas tus opiniones. Ni qué decir tiene, que cuando entra en juego el favoritismo, el amiguismo o el rencor, cualquier esfuerzo es inútil, si quien escucha o quien habla, se encuentra en cualquiera de las opciones anteriores.


No necesito saber quiénes son mis amigos porque tengo claro quienes son, la vida y el tiempo, demuestran quienes están cerca de ti y valoran realmente tu amistad, y quienes, a base de pequeños o grandes "detalles", van enseñándote en qué posición estás realmente, lo que cuentas y lo que vales para ellos, y darse cuenta de ésto, es un triunfo personal de áquel que es capaz de vislumbrar los matices que separan una amistad de un simple compadreo o un trato cordial por algún tipo de relación social o laboral que nada tiene que ver con la amistad. Por lo tanto, en esta situación, los amiguismos y los favoritismos no son para nada necesarios a la hora de sentirse respaldado por aquellos que te aprecian, sino todo lo contrario, sabes perfectamente que, estés en lo cierto o estés equivocado, los amigos seguirán estando a tu lado, tengan la postura que tengan respecto a tu opinión, y viceversa...


Quizás, ahora estoy en una situación en la que necesito ese tiempo. Hay valores que están por encima de muchas cosas, hay sensaciones que están por encima de muchas cosas, hay motivaciones que cuando dejan de existir o se apagan, provocan que deje de existir razones para continuar con aquello que antes te llenaba por completo. Cuando los valores fallan, cuando las sensaciones desparecen y las motivaciones se desvanecen, sólo quedan dos caminos para recorrer; uno es tomar un nuevo camino, en una dirección totalmente opuesta a aquello que llegó a hastiarte y a apagar tus pasiones, para retomar nuevas ilusiones y motivaciones que consigan llenar nuevamente, lo que anteriormente llenaba una pasión marchita; el otro camino, es, aquel, que sigue en la misma dirección que aquello que un día se apagó, intentar encontrar entre las malas hierbas que crecieron a la vereda del camino, las flores que un día encendieron las pasiones y dieron lugar a aquellas motivaciones que hicieron recorrer ese camino lleno de esperanzas e ilusiones y rescatarlas del ahogo y de la opresión a la que les tenían somitidas las malas hierbas.


Ninguno de los dos caminos es fácil, encontrar nuevas motivaciones en un nuevo camino se hace complicado, y quizás, más complicado sea encontrar de nuevo las motivaciones que un día se apagaron. Quizás el tiempo lleve a tomar una decisión correcta y un camino correcto, o quizás, lleve a encontrar otro camino que acabe en un precipicio sin posibilidad de dar marcha atrás...


Había pocas cosas que me llenaran tanto como tocar la guitarra con el grupo de amigos y salir a hacer actuaciones con ellos, esos momentos en el coche, las sonrisas compartidas, los ratos de las actuaciones, las ilusiones conjuntas, la sensación de compañerismo y apoyo. Hoy, la guitarra me sigue llenando muchísimo, cada acorde, cada nota, que rasgueo en sus cuerdas me sigue provocando sensaciones que me llenan el alma, y no hay dinero que pueda pagar esa sensación, pero la sensación de compañerismo, despareció hace tiempo, la sensación de ser un grupo de amigos también, cierto es, que dentro del grupo se encuentran algunos de mis mejores amigos, pero ya no está tan claro que todos los que formamos el grupo seamos amigos realmente, ya no está tan claro que todas las sonrisas sean sinceras o sean forzadas por evitar más tensión de la que ya hay acumulada, ya no está tan claro que las ilusiones sean conjuntas o individuales, ya no está tan claro que todos queramos compartir momentos en el coche con todos, ya hay demasiadas cosas que no están claras, y personalmente no me ayudan a aclarar el panorama buenas palabras que vayan disfrazadas de posibles dobles intenciones, sin que, salvo honrosas excepciones, se hable claro de aquellas cosas que hacen que crezcan las malas hierbas en el camino, sean por los motivos que sean. Si hay algo que el dinero jamás comprará son los grandes momentos que pasas con los amigos de verdad, las sensaciones que la música te llega a transmitir cuando se comparte con personas a las que realmente tienes un aprecio y un cariño, cuando descubres que, después de mucho trabajar, esa música que suena y que ha llegado a transmitir algo a alguien está saliendo de ti...


Quizás hablé sobre algo que era incómodo, quizás dije cosas demasiado claras, otras ni si quiera eran necesarias aclararlas porque aquellos que escuchaban sabían por dónde iban los tiros, aunque fuera más cómoda la postura mediadora o conciliadora o la de aparentemente ignorar aquello de lo que se hablaba. Quizás es más fácil decir "no te entiendo" a intentar entender, quizás es más fácil olvidar lo destruido y volver a construir, que buscar cada una de las piedras que cayeron para volver a levantar la casa tal y como estaba. Pero cuando hacemos esto, olvidamos que entre las piedras que ayudamos a tirar, quizás se quedaron partes importantes de nosotros mismos...


Es triste tener que llegar a la conclusión, después de una discusión, de que el único concepto claro es que crean que pretendías llevar razón, o, en su defecto, que se hicieran las cosas como querías que se hicieran...


Hay muchos motivos para reflexionar, para tomarse un tiempo, calmar ánimos y templar corazones, llegando así a una conclusión, que al menos, será tomada en frío y sopesada...

miércoles, 10 de octubre de 2007

Ruido


Me gusta el ruido, la sensación de ausencia de soledad, de palabras flotando en el aire, conversaciones que se entremezclan con frases cantadas provenientes de la música de fondo, esos momentos en los que el ruido, hace que te actives, que no busques la reflexión y el análisis de las cosas, más allá de disfrutar de lo que te rodea y que provoca ese ruido que te envuelve... Si, me gusta el ruido, y es tan fácil de conseguir...


Me gusta el ruido del campo, esos sonidos donde el crujir de las ramas de los árboles azotadas por el viento se entremezclan con los cantos de los pájaros, donde la música del agua en su viaje infinito hasta el mar, mece notas naturales que según la ocasión se vuelven fuertes y sonoras o tranquilas y susurrantes, o el ruido de una hoja al caer al suelo para acompañar a otras que ya cayeron y que vivieron a su lado. Si, me gusta la naturaleza, pero la cuidamos tan poco...


Me gusta el ruido de un bar, donde se entremezclan tintineos de hielos con la música de fondo, y a su vez hacen de paisaje perfecto para el nacimiento de las más inverosímiles conversaciones que puedan existir, desde aquellas que son intrascendentes, hasta aquellas que reflejan lo más profundo del alma humana, donde el sonido de las risas y sonrisas, de los besos de bienvenida y de despedida, hacen que se componga una atmósfera de felicidad, ya sea efímera, sincera o exagerada, al fin y al cabo es felicidad. Si, me gustan los bares, las sonrisas y las risas, y sobre todo, me gusta la felicidad, pero es tan difícil de conseguir...


Me gusta el ruido de tus palabras, tus conversaciones, ya sean anecdóticas, intranscendentes, triviales o importantes, recoger del aire palabras que vuelan para evitar que sean llevadas por el viento, para recordarlas y mecerlas en mi memoria, observando tus gestos y tus miradas, contestándote a tus argumentos con palabras que nacen de las tuyas, convirtiendo una simple conversación en un momento en el que se comparten algo más que conocimientos o sensaciones. Si, me gustan tus palabras porque me ayudan a conocerte mejor, pero es tan difícil llegar a conocer a una persona...


Me gusta el ruido de mis palabras, poder hablar sin miedo a lo que dices, pudiendo expresar lo que piensas, lo que sientes, lo que opinas, teniendo la sensación de que eres escuchado no sólo por tus palabras, sino también por la forma de expresarte, no por tener la sensación de tener o de querer tener razón, sino por la sensación de explicar tus opiniones, me gusta poder decirte lo que pienso y lo que siento, para que así también puedas conocerme mejor. Si, me gusta hablar, pero es tan difícil que escuchen y entiendan aquello que quieres decir...


Me gusta el ruido de la música, la sensación de expresar mediante acordes sentimientos, ideas y sensaciones, me gusta escuchar notas que reflejan junto a palabras cantadas estados de ánimo que tuve, tengo o tendré. Me gusta la sensación de transmitir mediante un instrumento sentimientos propios, para compartirlos con otras personas, que a su vez, están compartiendo conmigo ese instante, la sensación de poder expresar mediante la guitarra o el cajón parte de mi personalidad, de mi interior, de mi forma de ver y entender la música y sobre todo la vida... Si, me gusta la música...


Me gusta el ruido de la risa, esa carcajada sonora y sincera, la relajación que transmite ante una posible tensión inicial, la sensación de complicidad y empatía que se consigue a través de una sonrisa o una risa entre dos o varias personas, aunque esa sensación sea breve, siempre se puede ampliar durante otro espacio de tiempo con una nueva risa, me gusta hacer sonreir a los demás, ser cómplice de un breve momento de felicidad, y me gusta que me hagan sonreir, haciéndome olvidar los problemas del día a día que todos tenemos durante unos instantes... Si, me gusta la risa y la sonrisa, me gusta reir y sonreir, y es tan fácil de conseguir...


Tengo motivos para que me guste el ruido, porque la mayoría de las veces, cuando el ruido no viaja de la mano del estruendo y los gritos , trae consigo sensaciones que no pueden coexistir con el silencio, y esas sensaciones, sean difíciles de conseguir o no, siempre merecen la pena...

Silencio


Me gusta el silencio, la sensación de paz y de tranquilidad que me transmite, esos momentos de sosiego, donde se da lugar a la introspección, a la reflexión... Si, me gusta el silencio, pero es tan difícil de conseguir...


Me gustan también tus silencios, tus palabras nunca dichas, tus pensamientos no contados, observarte en silencio, desde la serenidad de la ausencia de palabras que no dicen nada y que cuentan muy poco... Si, también me gustan tus silencios, pero también son difíciles de conseguir


Me gustan los silencios compartidos, en los que la única expresión sonora es la música del latido del corazón, al compás de la respiración, donde la boca deja de ser un instrumento para la vocalización de frases infinitas para convertirse en un transmisor de sentimientos a través de un beso. Si, también me gustan los besos, y como en las dos ocasiones anteriores, estos besos también son díficiles de conseguir...


Me gustan los silencios que provoca la admiración, los silencios provenientes de la observación de algo maravilloso, ya sea por unas notas que viajan por el aire para componer una melodía que viaja directamente hasta tu alma, ya sea por la contemplación de una obra de arte que nos transmite una sensación única, ya sea por escuchar tus palabras, ya sea por encontrar con la mirada la belleza de una mujer, ya sea por un cruce de miradas que se encuentran. Si, me gustan las cosas y las personas que me transmiten algún tipo de sensación o sentimiento, pero esto, al contrario, si es más fácil de conseguir, aunque sea de forma efímera.


Me gustan mis silencios, cuando son por escucharte y retener cada una de tus palabras, cuando son para no entorpecer con palabras lo que mi mirada ya te está contando, cuando gracias a mis silencios eres capaz de entender lo que el resto de mi lenguaje te está diciendo, cuando son para poder escuchar lo que mi corazón me está hablando, cuando son para entender lo que ahora estoy contando... Si, me gusta escucharte para poder entenderte y entenderme mejor.


Tengo motivos para que me gusten los silencios, porque la mayoría de las veces, cuando el silencio no viaja de la mano de la soledad, trae consigo sensaciones que no pueden coexistir con el ruido de las palabras, y esas sensaciones, sean difíciles de conseguir o no, siempre merecen la pena...

Gritos


Al principio eran susurros, ecos de voces lejanas, sonidos casi imperceptibles salvo en los extraños momentos en los que el silencio casi absoluto te rodea, y al principio, casi no les daba importancia.


Con el tiempo, esos susurros se convirtieron en voces claras, en palabras perfectamente audibles hasta en los sitios donde el ruido del entorno es ensordecedor y casi ni te permite escuchar a la persona que tienes en frente, sin embargo, estas voces tienen la capacidad de ser entendidas en cada sitio y en cada instante, independientemente del ruido que te pueda rodear. A pesar de oir estas voces con claridad, durante este tiempo tampoco les presté la adecuada atención a sus palabras o a sus mensajes.


Ahora ya no hablan, sólo me gritan, y me temo que llevan razón en gritarme. No son voces humanas, no son voces de ultratumba, ni si quiera son voces imaginarias nacidas de un brote psicótico, son las voces y las conciencias de todo aquello que estoy ayudando a destruir. Las voces de los árboles, algunos milenarios, otros centenarios y otros a los que apenas les ha dado tiempo a vivir, las voces de las aves que ya no surcarán más los cielos porque un día se extinguieron, y también de aquellas que están a punto de hacerlo y a las que les da miedo seguir haciendo lo que mejor hacen, volar, las voces de los grandes cazadores, de los lobos, de los tigres, de los leones, de los osos, de los jaguares, cuya fiereza va quedando mermada progresivamente con la desaparación de sus congéneres, de sus habitats, las voces de los mares, contaminados por desperdicios humanos, mermados por pescas abusivas y destructivas, arrasados por un turismo mal entendido, mal enfocado e irresponsable, las voces de los grandes navegantes del océano, intentando ocultarse en las oscuridades del fondo marino para no ser descubiertos por esos neófitos navegantes que surcan los mares en veleros de muerte, libres de pena alguna por no respetar las leyes de la naturaleza, y en muchos casos tampoco la humana, voces de niños que un día nacieron en un sitio equivocado, sin derecho a elegir, sin derecho a una oportunidad, aunque la misma simplemente sea la oportunidad de seguir viviendo, voces de personas hambrientas, sin nada que llevarse a la boca, salvo que sean sus propias palabras, voces de personas sin opciones, sin salidas, encerradas en un laberinto dictatorial, donde sólo hablan de lo que se puede hablar y callan lo que su alma quiere contar, voces de personas desaparecidas por una batalla política, transformada en una guerra real donde nadie gana y todos pierden, donde las malas palabras dieron paso a las balas, donde el orgullo o los intereses políticos o económicos dieron paso a las bombas que cercenan vidas que nunca debieron dejar de existir por tales razones, gritos de quienes un día juraron amar hasta la muerte y la muerte les vino de aquella persona a la que juraron amar...


Gritos de desesperación, de auxilio, de impotencia, de frustración, de dolor, de incompresión, de amargura...

Gritos de lucha por la subsistencia, de incorformismo ante la destrucción...


Susurros que no fueron escuchados, voces nítidas que tampoco fueron atendidas, convertidas hoy en gritos.... Gritos, gritos y más gritos...


No sólo están en mi cabeza, y no sólo soy yo capaz de escucharlos, todos los oímos, pero no todos queremos hacerles caso a lo que nos cuentan...


¿Qué haremos cuando ya no quede nada que destruir?, cuando las selvas, la sabana, las estepas, los bosques o las dehesas hayan desaparecido, cuando la vida salvaje sólo sea un recuerdo efímero reflejado torpemente en los zoológicos, cuando la vida en el mar se haya agotado y las playas se hayan convertido en piscinas de gran tamaño donde la única vida que habite será la que esté ceñida a un bañador, cuando se haya acabado la molesta conciencia de ver que hay personas que viven al borde del hambre y de la miseria, porque ya habrán muerto todos, cuando ya no haya a quien hacer daño, ni a quien perjudicar por ser inferior en fortaleza o recursos, cuando ya no haya paisajes que observar, ni sonrisas que disfrutar, ni miradas que brillen de felicidad, sólo nos quedará la propia autodestrucción, pero no nos damos cuenta de que esa autodestrucción ya la hemos comenzado... Por eso nos gritan, por eso nos hablan, por eso nos avisan, pero parece que no queremos escuchar...

martes, 9 de octubre de 2007

Van pasando los años


9 de Octubre, van pasando los años...


Hoy es un día que dedico a recordar todo lo que mi mente puede almacenar de los años que hasta ahora he vivido. Obviamente, de aquella incipiente infancia apenas guardo recuerdos, aunque sí que recuerdo olores y sabores, y también anécdotas que mi madre contó cuando ya la incipiente infancia se convirtió en adolescencia y posteriormente en mi falsa madurez (ya se sabe que ciertas historias siempre se cuentan en las reuniones familiares, por lo que no es un ejercicio muy complicado poder recordarlas), y es que en el fondo soy un Peter Pan frustrado, creciendo sin querer crecer...


Hoy, recuerdo a mis dos abuelos, no me acuerdo de la fecha de su fallecimiento, recuerdo cómo fue ese día y los posteriores, pero hoy especialmente les recuerdo porque no están aquí, ahora que soy consciente de lo que fueron y significaron, ahora que soy consciente de cuánto los quiero, no están aquí para abrazarlos y poder decírselo en persona. Hoy también recuerdo a mi tío abuelo Paco, que ya tampoco está con nosotros, cuya vida fue un verdadero ejemplo de cómo amar en silencio; sin proponérselo, sin hablar de ello, me enseñó las dos partes que siempre conviven con el amor, ese lado de felicidad absoluta que vive adosada a una oscuridad casi impenetrable...


También recuerdo momentos inolvidables, el primer beso, mis días en el colegio y en el instituto, aquellos amigos de la infancia y de la adolescencia con los que apenas ya no tengo contacto, mi primera novia, la primera vez que sentí un cuerpo desnudo junto al mío, mi debut profesional como bailarín, la primera vez que toqué en un teatro el cajón, mi primer viaje sin mis padres, los domingos en el campo, el nacimiento de cada uno de mis sobrinos, aquellos veranos en Tánger ... Momentos a los que puedo poner caras, sonidos, aromas, sabores, y que me transportan a situaciones de las cuales nunca hubiera querido salir, porque son esos momentos, efímeros, en los que rozas con la punta de los dedos la felicidad, y el simple hecho de acercarte a ella hace que un escalofrío recorra todo tu cuerpo, haciendo que reaccione con mayor sensibilidad a cada sensación que pueda rodearte, ya sea visual, sonora, táctil o bucal, para que seas capaz de apreciar en toda su intensidad, cada una de esas sensaciones. ¿Será por esto que la felicidad es adictiva y la buscamos con tanto empeño?


Hoy es un día especial, pero no por ser mi cumpleaños, sino porque es el día que dedico a recordar todo aquello que no quiero olvidar, a recordar a todos aquellos que un día fueron importantes en mi vida, y sobre todo a los que hoy lo son. Es un día especial, no porque sea el día en el que nací, sino porque es el día en el que empecé a aprender, a sentir en mi piel el roce del aire, a respirar los olores que transportan recuerdos, y, ojalá, el día que me toque morir, y mire hacia atrás, pueda decir, que hasta ese mismo día seguí aprendiendo de la vida, siga notando el roce del aire en mi piel y siga coleccionando recuerdos.


Hoy es un día especial, pero no por ser mi cumpleaños, sino porque es el día que dedico a refrescar mis recuerdos,para tener siempre presente que, los otros 364 días del año, los hacen especiales todas aquellas personas que me quieren y que están a mi lado.

lunes, 8 de octubre de 2007

Percusionista


Hay personas que no dejan de sorprenderme, no ya por ser grandes amigos, sino por su propia capacidad de superación.


Estas líneas van dedicadas a alguien especial, a un gran amigo, sino duda entre los mejores que he tenido, y a un alumno excepcional.


Ayer debutó, de forma más que decente, tocando por primera vez en un escenario, con una mayoría de público ajeno a su vida, a su día a día. No estaba arropado por su gente, salvo por unos pocos incodicionales y grandes amigos. No podía sentirse como en casa, no podía evitar los nervios de tocar ante mucha más gente de la que se podría imaginar, apenas contó con ensayos para asegurar lo que de por sí no andaba seguro. Todo eran retos, todo era prácticamente nuevo, todo eran dudas, y quizás algún que otro temor, más mío, me temo, que suyo. Aún así, demostró una capacidad de superación, una asimilación de ideas y conceptos, que aplicó con cabeza y con la suficiente soltura, para acabar una actuación, que de cara al público asistente fue, cuando menos muy buena.


No voy a negar que me sorprendió, no voy a negar que su nivel como percusionista, en cuanto a recursos y técnica, aún no es el adecuado para asumir retos como el de ayer, pero lo que es innegable, es que con ganas, con ilusión, con tesón y sobre todo, con ese afán de superación que llevó por bandera en cada instante de esta última semana, y en general, en todas aquellas cosas en las que pone su pasión y su tiempo, realizó una actuación más que soberbia en muchos sentidos, y muy buena en prácticamente los demás parámetros que se pueden exigir a un percusionista en ese tipo de actuaciones. Quizás el momento le llegó pronto, demasiado pronto, quizás la actuación le venía grande, pero no se achicó, no dudó, asumió el reto y consiguió crecer tanto sobre el escenario que aquello que le venía grande, le quedara como un traje hecho a medida.


Desde estas líneas, sólo puedo darte la enhorabuena, y no te la doy como amigo, sino como profesor orgulloso de su alumno. Ayer disfruté doblemente de tu actuación, como amigo no tenía dudas, como profesor, ya no me queda ninguna. Sólo espero que sigas con ese afán de superación y con esas ganas enormes de aprender, para que no seas tú mismo quien se ponga límites y puedas, cada día, ir mejorando y creciendo aún más...


Javi, no dejes de sorprenderme...

miércoles, 3 de octubre de 2007

Mírame


Mírame, no para ver aquello que esperas ver, sino para ver aquello que mis ojos te quieren decir.


Mírame, no para ver lo que crees que soy, sino para autoconfirmarte de que soy aquello que ves.


Mírame a los ojos, no para buscar la verdad en ellos, sino para saber que ellos nunca mintieron.


Mírame, no para ver, sino para escuchar atentamente lo que los silencios de nuestra conversación te quieren contar.


Mírame, pero no con la mirada enturbiada por los daños, prejuicios o el dolor del pasado, sino con la mirada limpia y alegre del futuro.


Mírame, porque no soy lo que crees que soy, porque no voy a donde crees que voy, porque no estaré donde esperes que esté, sino que seré lo que nunca esperabas, iré a donde nunca estuve y

estaré donde el destino quiera llevarme.


Mírame, a los ojos para ver mi alma, a la boca para ver mis palabras, a la cara para ver que no hay mentiras escondidas entre las cicatrices del olvido y del pasado.


Si mis ojos jamás intentaron convencerte de nada, ¿por qué tengo la intuición de que llegas a la conclusión de que intento convercerte con mis palabras?


Mírame, no soy nadie y lo soy todo, soy un grano de arena en el infinito y a la vez soy un mundo...


Mírame, al fín y al cabo, sigo siendo yo, con mis dudas, con mis miedos, con mis virtudes y con mis defectos, nada cambia, nada pasa, nada queda y todo llega...


Mírame, pero tal y como soy, ayúdame a encontrarme a mi mismo, a conocerme mejor, a dar mi mejor versión... Mira mis ojos y dime, sin palabras, aquello que ves...


Te seguiría hablando, estimado reflejo, pero la oscuridad borró tu imagen del espejo, quizás mañana con la luz del día, podamos mirarnos cara cara y no agachar la mirada...

martes, 2 de octubre de 2007

Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana



No sé por qué, exactamente, desde siempre me han llamado la atención los refranes, frases populares o dichos, al igual que frases famosas de la historia y sobre todo los dichos orientales, que unifican la belleza a sutiles moralejas con fines educativos.


El caso, es que hoy, de repente, se me vino a la cabeza la frase que da título a este post, y quizás, inmediatamente me ha dado por pensar si la frase es cierta en toda su magnitud. No creo que sea cierto que se nos cierren puertas, supongo que al final, toda acción, activa una reacción, lo que se suele llamar reacción en cadena, y creo que las puertas que se nos cierran , en un pocentaje muy alto, se deben principalmente a nuestras propias acciones, a nuestras propias decisiones, es decir, no se nos cierran, las cerramos nosotros. En cambio, las ventanas que se nos abren, no dependen de nuestras acciones, ni tampoco de nuestras decisiones, no, al menos, en el mismo porcentaje con el que cerramos puertas, y eso es preocupante. Controlamos en gran medida las puertas que se nos cierran, pero no tenemos casi control sobre las ventanas que se nos abren.


Es difícil y complicado darse cuenta de la cantidad de puertas que cerramos, consciente o inconscientemente, al cabo de una vida con nuestras acciones y con nuestras decisiones, pero no deja de ser más complicado y más traumático, cuando descubres tu casi ausencia de control sobre ello, el observar que las ventanas que se van abriendo casi no dependen de nosotros, y que sólo, en el momento que decidimos observar a través de ellas, es cuando empezamos a poder ejercer algún tipo de influencia en aquello que dicha ventana, nos quiere mostrar.


Dicho con otras palabras, cuando nos obcecamos en tener un control sobre nuestra vida, sobre nuestras acciones y sobre las consecuencias que desencadenarán nuestras decisiones, no estamos valorando la realidad de que sólo controlamos una parte de nuestra vida, y que la misma, está condicionada por todo lo que nos rodea y por las personas que influyen, en mayor o menor medida, en nuestro entorno.


Creo que es un error, en ocasiones bastante grave, cerrar puertas esperando a que se abra una ventana que nos permita ver o encontrar algo que estamos buscando, quizás tengamos suerte y se abra la ventana adecuada, o quizás, se abran otras ventanas que no tienen nada que ver con lo que esperábamos encontrar al cerrar dicha puerta, y lo más probable es, que la propia frustación, no nos deje ver que quizás lo que nos muestran las ventanas que se hayan podido abrir, es inmensamente más bonito y hermoso que lo que esperábamos encontrar, pero no seamos capaces de disfrutarlo y apreciarlo por nuestra propia incapacidad para aceptar nuestra falta de control, o por la frustación, o por la soberbia, o por el orgullo, o por el miedo... Quizás, no todas las ventanas que se nos abran sean así, pero probablemente, más de una lo sería si le diéramos la oportunidad.


En la vida, cubrimos etapas, cerramos ciclos, pero esto no debe de significar que, a su vez, haya que cerrarse puertas. Detrás de una puerta cerrada no se ve nada, pero no podemos olvidar que detrás de esa puerta quedó parte de nuestra vida, y no tener opción a recordarla es condenar al olvido una parte de nosotros mismos, porque al final, no me cabe duda de que, hoy somos como somos, gracias a lo que un día vivimos, a lo que un día hicimos, a lo que no llegamos a hacer o a lo que no vivimos.


Cerrar puertas, ¿para qué?, probablemente las ventanas se nos seguirán abriendo, no dejarán de abrirse a poco que observemos un poco lo que nos rodea, por lo que no creo que sea necesario cerrarse puertas.


Es mejor dejarlas entornadas para que el aire del mañana que entre por las nuevas ventanas abiertas resfresquen tu rostro, tu mente y tu alma, para poder correr libre entre las puertas y se mezcle así, con el aire que fluye de tu pasado, creando un nuevo aroma que sea un reflejo de tu identidad y que al olerlo no te permita olvidarte de lo que eres, permitiéndote mirar al futuro sin ningún tipo de dudas ni miedos.