domingo, 26 de agosto de 2007

Tres opciones y una duda


Una mirada, un gesto, una sonrisa...


Unas palabras, una imagen grabada...


Otra mirada, otro gesto y otra sonrisa...


Hacen dos miradas que se cruzan, que se quieren cruzar, pero que llegado el momento, sólo se mantienen unidas, mirando una fijamente a la otra, un breve instante. Dos miradas, que ya saben donde están, y que tímidamente buscan el momento de poder observar su procedencia sin ser observadas, pero deseando ser descubiertas. ¿Pueden dos miradas buscarse eternamente?


Hacen dos gestos, uno de absoluta admiración a la belleza, otro de complacencia o, tal vez, felicidad, ante lo que ve, dos gestos que pueden cambiar de dueño y ser siempre iguales, en un viaje bipolar donde no entran más variantes, donde sólo hay dos sentidos y una única dirección, y no se sabe muy bien hacia cuál viajan.


Hacen dos sonrisas, dos espléndidas sonrisas, que nacen de aquello que escuchan, de aquello que ven y de aquel cruce de miradas. A veces son tímidas, otras se muestran en todo su esplendor, y otras intentan insinuar lo que las palabras aún no se atreven a decir, pero siempre son sinceras, naciendo de algún rincón del alma y de la inconsciencia, para mostrar aquello que a veces cuesta tanto mostrar o incluso, aquello que uno mismo se empeña en ocultar a los demás.


Unas palabras que vuelan por el aire saliendo de unos labios que son observados fijamente, unas palabras que no se pierden en el viento, sino que son escuchadas atentamente por un oyente aparentemente distraido, distraido en una contemplación de la armoniosa belleza y disimulando una timidez que puede rayar lo absurdo a la vista de las personas que son ajenas a la situación. Unas palabras que viajan hacia un rincón de la memoria donde se guardan los recuerdos que no se quieren olvidar, vuelan, quizás en dos sentidos, o quizás sólo en uno, pero que son recogidas con tanto mimo que son mecidas, entre sonrisas, gestos y miradas, por suspiros invisibles e imperceptibles para aquellos que no los emiten, pero tan obvios para aquellos de quienes proceden.


Una imagen, grabada en el fondo de la retina, a fuerza de observar atentamente aquello que tanto llamó la atención, proveniente de aquellas miradas que se cruzaban y deseaban cruzarse, pero que a la vez se evitaban, y que observaban cada detalle de cada gesto, de esos gestos que viajaban en dos sentidos y que a su vez, contemplaban aquellas sonrisas sinceras que nacían de algún rincón del alma y de la inconsciencia. Precisamente de aquí nace esa imagen guardada, nace de esas miradas, de esas sonrisas y de esos gestos compartidos por dos, dejándose observar por aquellos que desearan mirar. Precisamente, por esta forma de nacer, la imagen se graba en el fondo de la retina, para poder así, cerrar los ojos, y ver de nuevo aquello que no querías dejar observar.


A veces, una mirada, un gesto y una sonrisa, son suficientes para dibujar otra sonrisa de felicidad en el rostro de una persona, a veces son tan grandes y es tanto lo que transmiten, que es el momento exacto en el que nacen sentimientos que podrían llevar dormidos tanto tiempo, que dan la impresión de haberse olvidado que existían, aunque no seamos ni conscientes de dicho nacimiento, ni tampoco de dicho letargo. Otras veces en cambio, una sonrisa, una mirada y un gesto, sólo quedan en eso, o al menos quedan sólo como el recuerdo de lo que pudo ser y no fue por parte de una de las personas que compartieron ese breve momento mágico en el que todo deja de existir para poder contemplar detenidamente la procedencia de esa sonrisa, esa mirada y ese gesto. Otras veces, simplemente aquellas miradas, aquellos gestos y aquella sonrisa se van tan rápido como vinieron, creando un fugaz recuerdo en nuestra memoria, que con el paso del tiempo quedará olvidado...


Tres opciones y una duda...


¿Cuál es tu opción?

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