miércoles, 29 de agosto de 2007

Tiempo, Vida y... ¿escaleras?


Es increíble a la velocidad que devoramos el tiempo, y por ende, la vida. Si, el tiempo, ese gran mentiroso, el que juega con los segundos, minutos y horas de nuestras vidas. El tiempo pasa, las personas pasan, la vida pasa...


Es curioso ver que, cuando las cosas no van bien, las horas pasan lentamente, se hacen hasta eternas, quieres que se acabe el día, pero el día se hace eterno. Sin embargo, cuando te embriaga la felicidad, las horas de repente se hacen segundos, pasa el tiempo rápidamente y apenas te da tiempo de disfrutar ese momento que te hace feliz.


Es curioso ver, como los niños se hacen adultos, ver como aquellas personitas a las que ayer levantabas con un ligero esfuerzo de tus brazos, para abrazarlas y llenarlas de besos, hoy se han convertido en gigantes a los que casi te cuesta dar dos besos por lo que te imponen y por lo que te recuerdan.


Vivimos subiendo y bajando escaleras, escaleras en cuyos escalones vivimos y guardamos momentos y recuerdos, unos los subimos deprisa, deseando llegar a aquel escalón en el que creemos que encontraremos aquello que andamos buscando, y subimos tan rápido que apenas observamos las sorpresas que nos esperan en los escalones que nos saltamos. Otras veces en cambio, permanecemos demasiado tiempo en un mismo escalón, sin ser capaces de avanzar al siguiente, quizás por comodidad, quizás por miedo, quizás por inseguridad o quizás por no perder aquello que hemos encontrado en ese escalón. Otras veces observamos desde nuestra escalera, cómo algunas personas bajan rápidamente los escalones que anteriormente se habían subido juntos, sin poder hacer absolutamente nada, y cuando llegan abajo, se afanan en subir por otra escalera para alcanzar a alguien que va subiendo. Todas las escaleras son independientes, pero todas se entrelazan, todos tenemos nuestras propias escaleras, pero se sustentan y se sujetan mediante anclajes invisibles a otras escaleras, de forma que puedan ser estables y firmes, para permitirte subir sin miedo, son independientes, pero si no hubiera otras escaleras en las que apoyarse, se volverían débiles y quebradizas. Lo más triste es, quizás, llegar al final de tu escalera y descubrir que no hay nada al final, sólo más escalones, sólo más etapas que cumplir, pero menos tiempo para hacerlo, porque el tiempo juega con nuestras vidas y es inútil luchar contra el tiempo. Así pues, sólo nos queda una opción, aprovecharlo, exprimirlo, saborearlo y disfrutarlo, no se puede engañar al tiempo, pero si que podemos jugar del mismo modo que él juega con nosotros, y si jugamos bien, quizás, el tiempo, nos recompense de alguna manera, aunque si no lo hace dará igual, porque al menos habremos aprovechado nuestro tiempo y por tanto nuestra vida.

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