Y llegó el día:
En el que el dolor ya no es dolor, sino recuerdo, en el que la conductas forzadas se vuelven conductas totalmente naturales, en el que una mirada ya no produce un escalofrío, en el que las palabras ya no se guardan en algún rincón de la memoria y del alma, sino que se van olvidando como si hubieran pasado a una parte del cerebro en el que se guarda la información temporal y que va siendo borrada por nuevas informaciones que recibes cada día. Y llegó el día en el que dejas de sentir, dejas de acordarte, dejas de pensar, dejas de sufrir o dejas de amar....
Y llegará el día en el que se olvidarán la mayor parte de recuerdos, llegará el día en el que no recordarás cuándo empezaste a comportarte así, llegará el día en el que las miradas dejen de hablar para convertirse en un jeroglífico egipcio de difícil traducción, llegará el día en el que no entiendas el significado de las palabras que vuelan por el aire y que salen de una boca extraña...
Es triste, pero es la vida, son sus reglas, no las mías, olvidar a las personas que alguna vez pasaron por tu vida es difícil, siempre se queda algún recuerdo, bueno o malo, y más difícil es aún cuando algunas de esas personas que pasaron por tu vida fueron importantes, especiales, únicas por momentos, pero también se llega a olvidar a estas personas. Tiempo, sólo se trata de eso, de tiempo, segundos que hacen minutos, minutos que hacen horas, horas que hacen días y días que hacen meses, harán que nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, vayan diluyéndose poco a poco o rápidamente entre esos segundos, esos minutos, esas horas, esos días, esos meses.
Hoy es uno de esos días en los que echas la vista atrás, tratas de recordar, tratas de buscar pistas sobre algo que fue, pero que ahora no recuerdas, hoy es un día en el que sólo recuerdas por qué empezaste a olvidar, pero no recuerdas con claridad qué había antes del olvido, hoy es un día en el que tu cabeza se niega a recordar una información que probablemente hayas decidido borrar porque ya no era útil, pero en el que el corazón le pide un último esfuerzo a tu mente para que recuerde, al menos con justicia, aquello que has querido olvidar.
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