Cerebro y corazón, personajes antagónicos donde los haya, la parte racional de la persona frente a la parte emocional, la parte que controla gran parte de las funciones de nuestro organismo y la parte que da vida a todo el organismo. Sin cerebro seríamos algo así como un amasijo de huesos músculos, entrañas, órganos piel y pelo, sin corazón, simplemente no viviríamos.
¿Y a qué viene esto? Pues al simple hecho de que hay momentos en los que tu parte racional, tu cerebro, te dice que hagas unas cosas, pero tu parte emocional, tu corazón, te dice que hagas las contrarias. Guerra declarada!!!
Cuando tu cerebro se niega a recordar, se obceca en olvidar, poco puedes hacer, tiene la ventaja de que en él reside la memoria, así que puede administrarla a su antojo. Pero últimamente, empiezo a pensar que no sólo hay memoria en el cerebro, me temo que el corazón tiene la capacidad de almacenar pequeños detalles que son suficientes para rescatar aquella información perdida en la memoria, aquella información que el cerebro quiso borrar. Obviamente el corazón no almacena el tipo de información del estilo de tu número del DNI, almacena retales de sentimientos dormidos, apagados, que sobreviven sobre los sentimientos vivos y exaltados del momento presente, en algún apartado rincón del corazón. Aquel odio hacia determinada persona, aquel amor que parecía infinito, aquella amistad que parecia eterna y que un día se perdió, aquello que sentiste alguna vez en el pasado, queda guardado en algún rincón, y un día cualquiera el corazón manda al cerebro ese pequeño retal de recuerdo que el cerebro, fiel a su trabajo, analiza y procesa, y en su prepotencia, para demostrar al corazón que es mejor que él, recupera gran parte de la información que parecía borrada completamente, para poder decirle al corazón que él, a partir de un pequeño retal de recuerdo es capaz de sacar mucha más información de la que nunca será capaz el corazón de almacenar.
La inteligencia frente al sentimiento, fue derrotada por su propia ignorancia, no sé dio cuenta de que el corazón le ganó la batalla, sólo tuvo que almacenar un pequeño detalle para hacer que el cerebro recordara todo aquello que quiso olvidar, ahorró espacio en su pequeño almacén de recuerdos y usó al cerebro para conseguir su propósito, volver a sentir algo del pasado como si fuera uno de esos sentimientos vivos del presente. Ganó el corazón la batalla, si, ¿pero ganó la persona?
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