De tu mano podría caminar por los caminos que jamás me atreví a recorrer, aquellos senderos que nunca quise atravesar, porque aquellos que llevaban como compañera a la soledad, nunca llegaban a los destinos que dichos caminos tenían.
De tu mano podría volar tan alto que nadie nos viera, convertirnos en aquello que nunca fuimos, para ser lo que realmente siempre hemos sido. Volar a aquellos lugares a los que se llega tras un largo camino, que no se hace andando, donde un abrazo se convierte en el inicio del viaje, un beso en la expresión más clara de un sentimiento, una mirada en la conversación más larga entre dos corazones y donde los sentimientos son el verdadero motivo para seguir viajando. Un vuelo, un viaje, que no tiene destino definido, porque no es necesario decidir hacia dónde quieres ir, sino con quién vas, donde no importa tanto el paisaje que observas, sino quién te lo enseña, donde todas las paradas sólo tienen como finalidad poder dar un abrazo, un beso, mirar a los ojos y sentir cómo brotan dos palabras desde el fondo del corazón para decirte que te quiero. Un viaje donde no hay fin de trayecto, sino sólo caminos por recorrer, a tu lado, de tu mano, contigo, para aprender a quererte, para conocerte aún más, para hacer de cada rincón del camino el lugar más bonito donde poder abrazarnos y fundirnos en un beso.
De tu mano podría navegar por aquellos mares que antes eran bravos y peligrosos para atravesarlos con una frágil barca, y que ahora se han convertido en mares tranquilos y sosegados, donde sólo la fuerza de un beso que ha contado al corazón lo que las palabras nunca podrán expresar, provoca olas que viajarán en todos los sentidos, para dar testimonio de que sólo un beso, siempre llegará más lejos que cualquier palabra, por bonita que ésta sea. Navegar juntos, sin miedo a no ser uno mismo, sino con la confianza de que precisamente lo que realmente vale es ser como eres, sin miedo a nada que pueda provocar una tormenta en un mar tranquilo, porque no hay tormentas suficientemente grandes para hundir una barca, que aunque aparantemente parezca frágil, su fortaleza se basa en la confianza ciega que existe entre las dos personas que viajan en ella y en los sentimientos que llevan a su lado. Navegar, por el simple hecho de navegar, hasta llegar a una playa tranquila, dejando que sean las olas las que mezcan dicha barca que ya sufrió tormentas de otros tiempos y de otros mares, que nada tienen que ver con aquellos que ahora va surcando, y ser consciente de que dichas tormentas y dichos mares, sirvieron para hacerte más fuerte y para forjar lo que hoy, realmente eres, y así poder navegar a tu lado con la confianza de que esta vez, sé hacia dónde navego, qué rumbo seguir y con quién lo quiero tomar.
Sólo es necesaria una mirada, un gesto, un beso o un abrazo para iniciar este viaje, y sólo hace falta que tú estés aquí para continuarlo, para surcar, cielo, mar y tierra... No es un viaje sólo para dos personas, porque hay otras personas que son necesarias e importantes en dicho viaje, pero son sólo dos personas las que lo hacen posible... No es un viaje para escapar de aquello que un día nos hizo daño, sino un viaje para encontrar aquello que nos hace felices, para encontrar tus miradas, tus besos y tus abrazos, para que cada día demos un paso al frente con la seguridad de que, lo que iremos dejando atrás, no son sólo bellos comienzos, sino los seguros cimientos de un futuro repleto de todo aquello que pasamos una vida buscando...
Y sólo de tu mano, y contigo, es con quien quiero hacer este viaje, ojazos....
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